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Clases de Ciudadanos y las Antillas

Según la nueva ideología del gobierno holandés, en el país hay holandeses que valen más que otros. Obviamente, y aunque parezca raro, el gobierno supone que los aborígenes constituyen la clase superior. Los extranjeros constituyen una segunda clase.
Los extranjeros, a diferencia de los aborígenes, podemos ser encarcelados sin motivos, sin juicio, y sin abogados; no podemos decir lo que pensamos, ya que el derecho a la libertad de expresión ha sido circunscrito sólo para los nativos; no podemos casarnos con quien queramos; no podemos vivir formando familias, si no contamos con la aprobación de las autoridades raciales del país; normalmente tampoco ganamos lo mismo y pagamos más impuestos que los aborígenes, aunque gozamos de menos derechos y prestaciones.
Esto ya lo sabíamos.
Ahora parece que hay más clases de ciudadanos.
El gobierno viene de determinar que los habitantes de la provincia de las Antillas -poblada por los holandeses, como Suriname, con los secuestros masivos de negros en África y con la esclavitud- no han de gozar de los mismos derechos que los habitantes de otras provincias. Si algún provinciano de ultramar quiere visitar la parte continental del país, debe solicitar un visado como si fuera extranjero y demostrar que viaja para estudiar y/o que no es pobre.
El fascismo holandés tiene a los pobres en horror -seguramente porque no tiene nada que robarles.
¿En qué son diferentes los provincianos de Groningen a los provincianos de las Antillas?
Los simulacros de ministros con que adorna el gobierno el país, no han explicitado sus motivos. Pero son evidentes: esos provincianos son negros, descendientes de los esclavos llevados por Holanda a poblar esas comarcas. Y ahora Holanda descubre que en realidad, terminada la esclavitud tardíamente, ya no le convienen esas provincias de ultramar. Con la esclavitud era un chollo; sin esclavitud, una carga insoportable.
Ahora los descendientes esclavos pueden gozar de todas las libertades que quieran, entre ellas la de morirse de hambre, de desnutrición, de subdesarrollo y de atraso.
Ya antes el gobierno se había deshecho de sus lazos con la principal colonia holandesa de América: Suriname. El gobierno otorgó a ese país la libertad negando el pasado y eludiendo las responsabilidades históricas que asumió al iniciar la esclavitud.
Es verdad que Holanda, excepto en su período como parte del imperio nazi, no tiene ni ha tenido grandes proyectos históricos. Pero abandonar a su suerte a dos colonias fundadas por el propio país con gente secuestrada en otros continentes es realmente una infamia y una canallada.
El país, en manos de este desvergonzado gobierno, probablemente seguirá eludiendo sus responsabilidades históricas. Probablemente teme por sus bolsillos. Sus ancestros saquearon al resto del mundo para financiar su desarrollo. Ahora temen que el mundo les exija cuentas.
Así, las posibilidades de los ciudadanos del reino dependen de dónde se ubica tu provincia particular. Si te tocó una provincia negra y ultramarina, serás menos holandés que otros. Si eres pobre, serás todavía menos holandés que los demás. En realidad, parecen pensar los cerebros del gobierno, tan poco holandeses son los negros y los pobres que es mejor ni siquiera considerarlos holandeses.
Dentro de poco Holanda cederá su independencia a esa colonia. Y tratará de deshacerse de ella y de sus negros y mulatos, como ya hizo con Suriname.
El fascismo holandés no es nuevo, pero tampoco es de la Segunda Guerra Mundial. Este fascismo tiene raíces históricas que se remontan al siglo 18 y al contexto de las culturas germánicas. Es la misma ideología que inspiró a la esclavitud, ahora con ropa nueva.
El fascismo se siente bien en Holanda. Poco a poco los nuevos cabecillas nos acostumbran a la idea de que en el futuro aplicará a sus ciudadanos diferentes conceptos de ciudadanía.

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