Holanda y la Constitución Europea
Hubo una pequeña conmoción en Holanda cuando se emitieron por televisión unos videos en los que las autoridades de un ministerio llamaban a la población a votar por la constitución europea. En los videos se veían imágenes de los campos de concentración y exterminio de la Segunda Guerra Mundial. Y uno de los mensajes explícitos era: No debe volver a ocurrir. Y para impedir que el fascismo y nuevas formas de nazismo vuelvan a surgir, es la conclusión lógica, hay que votar Sí a Europa.
Los videos causaron malestar entre políticos, y más entre políticos de derechas que de izquierdas. Dijeron que se sugería que los partidarios del No eran prácticamente fascistas y nazis.
Y las autoridades retiraron los videos.
Sin embargo, el mensaje no es exagerado. Es verdad que suena un poco raro que el gobierno, dominado por sus elementos de extrema derecha, sea partidario de Europa. También es verdad que el gobierno se encuentra dividido sobre este asunto. Y es probable, como acusan muchos en la izquierda, que la postura del gobierno sea hipócrita.
La razón es que para llevar a cabo su política de inmigración, abiertamente racista y xenófoba, el gobierno en realidad necesita alejarse de Europa y sus valores y principios. Así lo entienden los movimientos fascistas y de extrema derecha del país, como el antiguo partido del líder fascista Pim Fortuyn y otros cabecillas -como el capo de pelo oxigenado del fascismo parlamentario, Wilders.
Nada se opone tanto a la Holanda actual como los principios establecidos en la constitución europea, que prohíbe explícitamente la discriminación en virtud de la raza, religión, convicciones políticas, etc., de sus ciudadanos y que postula esos principios como universales.
El gobierno holandés viene eludiendo y corrompiendo esos valores europeos desde hace bastante tiempo. Sus políticas de cierre de fronteras, las exigencias que se imponen a inmigrantes del Tercer Mundo y especialmente del mundo árabe, las medidas para imposibilitar el matrimonio de holandeses con extranjeros, los impuestos especiales que deben pagar los extranjeros, las cárceles para extranjeros, las deportaciones y maltratos, las muertes en esas cárceles y muchas medidas más adoptadas por el gobierno, marcan a este gabinete como uno de los parias de Europa, como lo fue hace algunos años Austria y Serbia.
A largo y mediano plazo, la única posibilidad de supervivencia del gobierno holandés reside en su alejamiento de Europa. Su lugar en la Europa actual se explica sólo por la negligencia, ignorancia y en algunos casos complicidad de otros gobiernos europeos.
Pero ciertamente no escapa a nadie que, visto que resistir al nuevo fascismo es prácticamente imposible en el país, la principal fuente de resistencia y rechazo deberá provenir de Europa. Y sobre todo de los valores y principios estampados en su constitución.
Los videos causaron malestar entre políticos, y más entre políticos de derechas que de izquierdas. Dijeron que se sugería que los partidarios del No eran prácticamente fascistas y nazis.
Y las autoridades retiraron los videos.
Sin embargo, el mensaje no es exagerado. Es verdad que suena un poco raro que el gobierno, dominado por sus elementos de extrema derecha, sea partidario de Europa. También es verdad que el gobierno se encuentra dividido sobre este asunto. Y es probable, como acusan muchos en la izquierda, que la postura del gobierno sea hipócrita.
La razón es que para llevar a cabo su política de inmigración, abiertamente racista y xenófoba, el gobierno en realidad necesita alejarse de Europa y sus valores y principios. Así lo entienden los movimientos fascistas y de extrema derecha del país, como el antiguo partido del líder fascista Pim Fortuyn y otros cabecillas -como el capo de pelo oxigenado del fascismo parlamentario, Wilders.
Nada se opone tanto a la Holanda actual como los principios establecidos en la constitución europea, que prohíbe explícitamente la discriminación en virtud de la raza, religión, convicciones políticas, etc., de sus ciudadanos y que postula esos principios como universales.
El gobierno holandés viene eludiendo y corrompiendo esos valores europeos desde hace bastante tiempo. Sus políticas de cierre de fronteras, las exigencias que se imponen a inmigrantes del Tercer Mundo y especialmente del mundo árabe, las medidas para imposibilitar el matrimonio de holandeses con extranjeros, los impuestos especiales que deben pagar los extranjeros, las cárceles para extranjeros, las deportaciones y maltratos, las muertes en esas cárceles y muchas medidas más adoptadas por el gobierno, marcan a este gabinete como uno de los parias de Europa, como lo fue hace algunos años Austria y Serbia.
A largo y mediano plazo, la única posibilidad de supervivencia del gobierno holandés reside en su alejamiento de Europa. Su lugar en la Europa actual se explica sólo por la negligencia, ignorancia y en algunos casos complicidad de otros gobiernos europeos.
Pero ciertamente no escapa a nadie que, visto que resistir al nuevo fascismo es prácticamente imposible en el país, la principal fuente de resistencia y rechazo deberá provenir de Europa. Y sobre todo de los valores y principios estampados en su constitución.
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