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España, Holanda y la Hija de Hitler

En varios ocasiones políticos holandeses -o lo que se conoce bajo ese nombre en Holanda, si se considera que la ministro de Extranjería, la llamada ‘hija de Hitler', es guardia de prisiones de profesión- han expresado su descontento por las políticas españolas de inmigración. Sobre todo la reciente legalización de casi 800.000 extranjeros ilegales ha provocado resquemor y escozor.
La postura española es sin embargo un ejemplo para toda Europa. Independientemente de los análisis económicos que se puedan hacer a mediano y largo plazo -y considérese que poco después de la legalización los pronósticos de crecimiento han subido en casi un uno por ciento, las cotizaciones a la seguridad social subieron en picado en varios cientos de millones de euros y se ha producido un enorme aumento tanto del consumo como de la producción industrial-, lo que hizo el gobierno español es lo único que se puede hacer moralmente. Y es también una postura ciertamente moral que los problemas los hemos de resolver todos, y no solamente la parte aborigen de las poblaciones europeas.
En Holanda, sin embargo, que los inmigrantes, legales o no, residan en el país durante años, hablen su lengua y contribuyan de manera decisiva a la economía nacional, no son criterios suficientes. Al contrario, el gobierno holandés ha emprendido hace ya siete años una campaña de apartheid y acoso de los extranjeros completamente inexplicable. Temen los holandeses que los extranjeros legalizados en España inunden Holanda. Es un razonamiento curioso y raro. ¿Por qué preferirían los extranjeros marcharse de España a Holanda? Es como preferir el infierno al cielo. ¿Cree realmente la hija de Hitler que los extranjeros preferirán vivir en un país donde son despreciados, perseguidos, discriminados, humillados, encarcelados sin juicio y sin derecho a defenderse e impedidos de formar familias? ¿Cree que preferirán el infierno holandés a lo que a los ojos de muchos es el paraíso español?
Escuece ciertamente, además, que en recientes y no tan recientes sondeos en España muestran un bajo nivel de intolerancia hacia los árabes (casi un 20 por ciento), mientras en Holanda es superior al 60 por ciento. Y se preguntan los nativos cómo es posible que no haya crecido la intolerancia después de los atentados del 11 de marzo. No es necesario pensar una respuesta pues la pregunta misma es idiota. ¿Qué tendrán que ver esos atentados con la mayor o menor tolerancia de los árabes? Los españoles entienden que se ha cometido un crimen terrible y que sus autores -los que no están muertos- están y permanecerán el resto de sus vidas en la cárcel. También saben que esos atentados los cometieron fanáticos islamitas que se oponían a que España participara en la guerra, invasión y ocupación de Iraq. Entienden los españoles que la culpa no se extiende a nadie más, como no se extienden los crímenes de Franco a todos los católicos del mundo, o como no se extienden a todos los enanos. En realidad, la gente de esas tierras da una muestra de inteligencia, previsión, tolerancia y humanidad que les señala como ejemplo del mundo occidental latino. Este es el espíritu de civilización al que Holanda parece haber renunciado -no sé realmente si alguna vez adhirió Holanda a Occidente voluntariamente, pero no parece ser el caso.
De este rechazo de España, los holandeses han pasado a una ofensiva grosera y estúpida. En un programa de televisión nacional hace unos días, los comentaristas describieron a España como país medio árabe. En el debate se preguntaban las lumbreras locales por qué no había odio anti-árabe en España, y se explicaban ellos que era porque España en realidad había sido medio mora durante siglos y que en realidad el sur de España seguía siendo moro. No se pararon a pensar más y terminaron felices explayándose sobre lo que llamaron las culturas del ajo y la aceituna. Esta inmundicia de programa se emite por televisión nacional, lo que muestra tanto cómo se percibe a los españoles en Holanda como el nivel de debate que hay en el país.
España representa hoy por hoy lo más excelso de la cultura y civilización occidentales. Es un ejemplo de tolerancia, buena fe y fortaleza moral. Está destinada a jugar un papel cada vez más importante en Europa, si Dios quiere.

2 comentarios

Anonimus -

Antes de fiarte de los medios de comunicación, sal a la calle y pregunta a los ciudadanos, y después intenta escribir semejante patraña...

Angel -

Con este gobierno, siento verguenza de ser español