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El Payaso Fascista

¿Por qué es difícil el diálogo? No se cansa uno de repetir que a van Gogh lo mató un señor llamado Mohammed, que salta un payaso a la contienda y afirma que lo mataron ‘los moros'. Pero, si ‘los moros' mataron a van Gogh, ¿quién mató a Fortuyn? ¿Los cristianos? ¿Los holandeses? Aquí, el payaso ignora los hechos. La policía dice que los atentados terroristas contra mezquitas los cometen grupos organizados. "¡Mentira!", grita el payaso. "¡Es el pueblo indignado!" La policía lo desmiente. "¡Entonces no son terroristas!", vuelve a gritar el payaso. Las amenazas contra los parlamentarios las hizo un grupo de extrema derecha. "¡Mentira!", vuelve a gritar el payaso. El caso es que al señor de las amenazas lo metieron en la cárcel. "¡No es fascista!", grita el payaso. ¿Debiésemos descreer de la policía? Pero, si creemos que la policía miente sobre el político mentiroso, ¿habríamos de creerle cuando dice que detuvo a unos moros por querer atentar contra otros políticos?
¿Por qué miente el payaso? En realidad, no le interesa el diálogo. Su primitivismo lo hace creer que los gritos y la fuerza bruta son criterios válidos en la vida política. Defiende la inmoralidad y la cobardía. Le repugna lo que se llama la corrección política. Quiere institucionalizar el odio. Todos somos sus enemigos. Desprecia la moral y las leyes. Considera la democracia y la civilización como debilidades. El diálogo y la democracia son meras herramientas para él. Así, pretenderá que la democracia es sólo un sistema de votación sin relación con principios morales. "Queremos un referéndum", dice. "Vamos a votar si echamos a los moros". El payaso no advierte que esa proposición es inmoral e inaceptable. El payaso culpa a los judíos, no a Hitler. No le interesa que sea inmoral. Mejor aún: mientras más estúpidas y arbitrarias sus medidas, más demuestra su poder sobre sus víctimas. "Que lleven medialunas clavadas en sus ropas", grita el payaso anti-musulmán. "Así sabremos dónde están".
En Holanda se está instalando, desde el año 2002, un régimen aparte para los árabes. "Mentira", dice el payaso. En este sistema se obstaculiza la vida familiar de los musulmanes y otros del tercer mundo. Dirá nuevamente: "Mentira". O quizás: "Se lo merecen". Los dos argumentos le parecen válidos al mismo tiempo. El mismo payaso grita: "Fortuyn no era fascista". Si le preguntáis por qué, dirá: "Porque mucha gente votó por él". Vaya lógica. El coco no le da para más. Gritará el payaso: "En Holanda no hay fascismo. ¡Mi abuelo era de la resistencia!" Otra muestra de su lógica. Si le decís que la policía de Amsterdam colaboró con los nazis y que no se la purgó nunca, os dirá: "¡Mentira!". El fascista no busca dialogar. Se siente fuerte machacando. Y quiere que lo aplaudamos por su cobardía y vileza. Sabe que es irracional. Para él, que aceptemos su irracionalidad equivale a un triunfo. Por eso hay que combatirlo, con las leyes, con la razón y con todos nuestros santos y vírgenes.

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