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Quién Le Tiene Miedo al Rey 2

[Publicada esta crónica en un foro chileno, hubo algunos comentarios curiosos. No respondí a todos ellos. Ya se verá por qué. Algunas respuestas las he reformulado parcialmente.]

Un lector teme que los períodos de gobierno prolongado -sobre una de las enmiendas constitucionales de Chávez- puedan desvirtuar la naturaleza de las estructuras políticas democráticas.

Estoy en parte de acuerdo con usted. Debido a esa inclinación republicana a la que me referí, comparto con usted los temores con respecto a los mandatos presidenciales demasiado prolongados. Pero eso no convierte en dictador ni tirano al gobernante. No lo fue Roosevelt, no lo fue el ex presidente Lagos. ¿Por qué habría de serlo Chávez?

Hay un punto que quedó en el tintero, y es que si nos realmente nos preocupa el ejercicio prolongado del poder, deberíamos protestar todavía con más vigor contra las tendencias autocráticas tan evidentes en nuestros países. El poder, dice usted, corrompe. Yo le digo: Puede corromper. No solamente el personalismo.
Hay una tendencia evidente en América Latina hacia la formación de clanes familiares que intervienen en política y que controlan durante períodos prolongados la administración del estado. El ex presidente Lagos y su hijo, por ejemplo. Las parejas de diputados. Los diputados y senadores que pueden ser reelegidos -es decir, que pueden ejercer funciones políticas durante dieciséis años. Fuera de Chile, mire usted Argentina, donde la mujer del presidente lo sucede en el sillón presidencial. Y Cuba, donde gobiernan Fidel y su hermano Raúl Castro.

Personajes con poder político suelen también distribuir a sus parientes por todo el aparato de estado. Para qué menciono ejemplos. En nuestro país, abundan.
He llamado yo a esto en otro lugar una creciente tendencia autocrática en nuestros regímenes políticos.

¿No es este desarrollo algo grave que deberíamos impedir? No lo sé tan bien. Estos políticos son elegidos. Y, además, tampoco podemos impedir que familiares de políticos también escojan la carrera política de sus padres. Sería tremendamente injusto excluir a estas personas de la carrera política. Como sería injusto que un pueblo se prive de reelegir a su gobernante, si este ha demostrado al país los beneficios de su conducción en el marco del respeto de sus instituciones democráticas.

Sin embargo, creo con usted que efectivamente los mandatos presidenciales, pero también los legislativos, deben estar sujetos a límites. También pienso que esta regla debería extenderse a todos los funcionarios públicos en funciones altas y medias de la administración, que también suelen eternizarse en sus cargos. Pero también creo que deben tomarse en cuenta y respetarse las decisiones que otros pueblos adopten en democracia.

Con respecto a Chávez, no comprendo su posición. No lleva ni siquiera cinco años en el poder, y sin embargo se lo ataca como si llevara veinte. No es un presidente que haya violado los derechos humanos, y sin embargo se lo insulta y compara con los peores dictadores de la historia latinoamericana. Chávez no es un dictador, ha sido reelegido por abrumadoras mayorías. Las enmiendas constitucionales propuestas permiten, por lo demás, que la población, en elecciones libres y universales, decida si reelige o no al presidente.
¿Cree usted que sería mejor intervenir militarmente en Venezuela -quién lo haría- e imponer a sangre y fuego sus propias creencias (las suyas, don ***) sobre cuál ha de ser un mandato presidencial correcto? ¿No cree usted que con ese criterio deberíamos (usted, no yo) intervenir en muchos otros países del mundo, como, por ejemplo, España, porque su pueblo, en 1978, adoptó la monarquía? ¿Es así como imagina usted las relaciones internacionales?

Yo tengo un profundo desprecio por la derecha venezolana, que es todavía peor que la chilena. Nada de lo que digan esas gentes tiene para mí valor alguno. Cuando el líder máximo de la derecha ordena el asesinato de sus propios manifestantes para justificar el golpe de estado, es cuando no me quedan a mí dudas sobre el inmenso valor del presidente Chávez (describo este proceso aquí). Gracias a él y a unas fuerzas armadas leales ha logrado impedir una dictadura venezolana que sería todavía peor que la chilena.
¿Sabe usted que el cabecilla de los patrones, cerebro del golpe de abril de 2002, mandó a matar a Chávez y que los soldados que lo custodiaban rechazaron ejecutar la orden? ¿Y sabe usted que Chávez, en lugar de ordenar su fusilamiento cuando fue capturado, le perdonó y permitió marcharse al exilio en Colombia? En estos actos se mide la estatura moral de los hombres. Chávez es un hombre piadoso y buen católico.

Yo considero malo el continuismo de Bush porque no es seguro que su elección -elecciones- hayan sido correctas. Sabe usted igual que yo que hay abundantes evidencias de fraude. Pero aparte esto, durante su período presidencial, que yo considero una tiranía, y gracias a sus amplios poderes presidenciales, ha subvertido por ejemplo la propia Constitución norteamericana, anulando el principio de igualdad ante la ley, ha instituido la tortura como una forma normal de interrogatorio, ha corrompido profundamente la noción de justicia, estableciendo cárceles secretas, secuestros, detenciones indefinidas sin presentación de cargos, prisioneros que no pueden imputar las acusaciones en tribunales y que, en realidad, ni siquiera pueden enterarse de qué se les acusa. Hoy Estados Unidos sufre la tiranía de un gobernante estúpido, con todavía menos inteligencia que las dependientas Holly y Molly del salón de bronceados del canal 50.

Yo no creo que las dictaduras rojas sean buenas. No lo he dicho nunca ni lo creo. No tengo ninguna simpatía por las dictaduras comunistas. No me interesa si una dictadura es comunista o no. No tengo simpatía por las dictaduras. Pero no confunda usted las cosas: Si el presidente Lagos, reelegido y gobernante de Chile durante ocho años (¿o diez?) no es un dictador, ¿de dónde saca usted que Chávez, que lleva cinco años de presidente, si lo es?

He insistido en esta opinión que deberíamos ser más pragmáticos. Simplemente el mundo no puede ser juzgado exclusivamente por lo que uno cree que es bueno. Ciñamósnos a algunas normas claras de medición: respeto por los derechos humanos, condiciones de vida de los ciudadanos, observancia de las instituciones y leyes. Como digo al final, en cuanto al respeto por los derechos humanos Venezuela supera de lejos a Chile. Y en cuanto a la preocupación por las condiciones de vida de la gente más pobre, también. Y, sin embargo, todavía osan algunos defender la creencia de que son, Chile y los chilenos con su falsa y estúpida democracia, mejores que esa patria hermana.



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