¿Puede Volver el Nazismo?
Ayer justamente escribía, reflexionando sobre un nuevo plan del gobierno holandés, que nada hay en la historia que impida un retorno del nazismo, como forma extrema del fascismo. Hoy H.D.S. Greenway escribe en el Boston Globe [mqh lo publica en español ] que el rabí Soetendorp, conocido en Holanda por su defensa de los musulmanes, ha advertido que un retorno del nazismo en Holanda no es impensable si, por ejemplo, se cometiera en Holanda, o en Europa, un atentado terrorista de la magnitud de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington. O sea, un atentado que cause varios miles de muertos.
Sí, puede ocurrir. No coincido con todo lo que dice Greenway. No creo, como parece creer, que esta ola de sentimientos anti-musulmanes haya comenzado en 2001. Comenzó antes. Comenzó en 1995, cuando las tropas holandesas a las que la ONU envió a defender una ciudad musulmana en Bosnia, se rindieron ante tropas serbias y colaboraron en el asesinato a sangre fría de ocho mil hombres y niños musulmanes. Los holandeses colaboraron, y quizás si salvaron sus vidas por eso, separando para los serbios a hombres de mujeres. Por ese crimen no ha pagado ninguno de esos soldados ni sus jefes ni sus responsables políticos. Y lo más increíble es que la comunidad europea y la OTAN han decidido mirar para otro lado y todavía envía Holanda tropas para tareas de la ONU y en países musulmanes. Para no creer.
Al publicarse los resultados de una investigación parlamentaria -entre otras muchas- seis años después, en 2001, el gobierno holandés, entonces dirigido por la social-democracia, no tuvo el coraje político de llevar a juicio a esos soldados y tomar las medidas judiciales pertinentes y prefirió renunciar. En las elecciones subsiguientes, y tras el asesinato del jefe del nuevo partido fascista que surgió en las secuelas de la matanza de Srebrenica, el partido fascista obtuvo una parte tan considerable de los votos, que formó gobierno con los partidos de la derecha tradicional -que, a diferencia de las derechas responsables de Francia y Bélgica -que han firmado y respetado un pacto de no gobernar con los fascistas ni con la extrema derecha bajo ninguna circunstancia- han formado coaliciones de gobierno con los elementos más deleznables del espectro político holandés.
Esta repugnante coalición duró un año, y volvió a formarse y los fascistas, bajo diversos nombres y partidos, han estado desde entonces entrando y saliendo del gobierno. Pero los partidos de derecha han abandonado prácticamente todos sus antiguos principios liberales y conservadores y han hecho suyo casi íntegramente el programa del fenecido partido del cabecilla fascista Fortuyn. Hoy el partido liberal holandés es una formación política aberrante, más similar a los liberales-comunistas-nacionalistas-ortodoxos rusos que a los partidos liberales de Occidente.
Definitorio del partido fascista, y del gobierno actual, es una furiosa xenofobia, un odio desatado contra los extranjeros, y especialmente contra los árabes, los musulmanes y los negros y morenos de piel. La gente bien en Holanda viene librando una lucha desigual y terrible contra el gobierno y los elementos nazis en la administración, como la ministro de Extranjería, que llamaos ‘la Hija de Hitler’. El apodo no es casual. Esta ministro ha propuesto obligar a los extranjeros a llevar una chapa o libreta o tarjeta en la que se especificará el ‘grado de integración’ -el mismo método, y el mismo razonamiento detrás de la estrella amarilla que impusieron los nazis a los judíos. Esta ministro, y sus aliados fascistas más extremos, han insinuado la idea de cerrar y aislar barrios donde vivirán solamente extranjeros y árabes -como los guetos en los que fueron encerrados los judíos antes de su exterminio. Esta ministro encarcela a los extranjeros que piden asilo y otros inmigrantes que tienen la mala fortuna de llegar a sus fronteras. Esta ministro ha devuelto a solicitantes de asilo a sus países de origen y entregado información reservada a sus policías, tras lo cual esos refugiados han desaparecido o sido asesinados. Este gobierno holandés ha instalado una extensa red de ‘centros de detención’ -los antiguos campos de concentración de los nazis- donde languidecen miles de extranjeros, incluyendo familias con niños, sin haber cometido delito alguno. Y al menos uno de esos centros ha sido establecido en las antiguas instalaciones de un campo de concentración nazi en el norte del país -un campo que hasta entonces era más bien una suerte de museo.
La lista de pequeñas y cotidianas atrocidades que comete Holanda contra su población extranjera y árabe es demasiado extensa para tratarla aquí. Las medidas llamadas en pro de la integración de los extranjeros son ridículas y humillantes: la más reciente, según leímos en la prensa, prohibir que los inmigrantes hablen sus lenguas natales y obligarlos a hablar holandés incluso en el interior de sus casas. Prohibir a sus mujeres el uso del pañuelo de cabeza. (Pero no a las niñas católicas al norte de Amsterdam, donde el pañuelo de cabeza es de uso tradicional). Y todas estas violencias cotidianas en medio de un clima represivo feroz, donde el gobierno dice defender la libertad expresión encarcelando o amenazando con encarcelar a todo aquel que, según se lee en las nuevas leyes antiterroristas, y cito de memoria, "escriba contra las sociedades occidentales". Yo mismo podría ser considerado un "escritor anti-occidental", porque ser anti-occidental en Holanda se interpreta, y lo interpretan los jueces como estar contra el gobierno y sus medidas en torno a la inmigración y los musulmanes.
Las violaciones a los derechos humanos y el desprecio por el estado de derecho son ahora elementos fijos del paisaje político holandés. Detenciones arbitrarias, apremios físicos y psicológicos en las comisarías de policía, simulacro de justicia con jueces venales y cobardes y un cuerpo de leyes absurdas y estúpidas (como la referida ley antiterrorista), y un extendido clima de miedo en las fábricas e instituciones (nadie se atreve a hablar contra el gobierno) han transformado completamente al país que era antes una de las joyas de la democracia y la libertad en Europa.
Sí, en Holanda, que se descubrió germana durante el período que llaman de ‘ocupación’, de 1942 a 1945, y que sería mejor llamar de ‘colaboración’, el peligro del retorno del nazismo es patente. La irracionalidad y crueldad de ese período de su historia no les impide no repetirlo. A los fascistas, no se olvide, les mueve el odio y reivindican lo irracional y la violencia como formas legítimas de hacer política. Si llegase a ocurrir que un grupo de fanáticos musulmanes cometiese un atentado de las dimensiones del 11 de septiembre de 2001, como dice Soetendorp, no me cabe ninguna duda de que Holanda caería de lleno en lo que será uno de los períodos más tenebrosos de su historia, una reedición de la horrorosa demencia de los nazis.
Sí, puede ocurrir. No coincido con todo lo que dice Greenway. No creo, como parece creer, que esta ola de sentimientos anti-musulmanes haya comenzado en 2001. Comenzó antes. Comenzó en 1995, cuando las tropas holandesas a las que la ONU envió a defender una ciudad musulmana en Bosnia, se rindieron ante tropas serbias y colaboraron en el asesinato a sangre fría de ocho mil hombres y niños musulmanes. Los holandeses colaboraron, y quizás si salvaron sus vidas por eso, separando para los serbios a hombres de mujeres. Por ese crimen no ha pagado ninguno de esos soldados ni sus jefes ni sus responsables políticos. Y lo más increíble es que la comunidad europea y la OTAN han decidido mirar para otro lado y todavía envía Holanda tropas para tareas de la ONU y en países musulmanes. Para no creer.
Al publicarse los resultados de una investigación parlamentaria -entre otras muchas- seis años después, en 2001, el gobierno holandés, entonces dirigido por la social-democracia, no tuvo el coraje político de llevar a juicio a esos soldados y tomar las medidas judiciales pertinentes y prefirió renunciar. En las elecciones subsiguientes, y tras el asesinato del jefe del nuevo partido fascista que surgió en las secuelas de la matanza de Srebrenica, el partido fascista obtuvo una parte tan considerable de los votos, que formó gobierno con los partidos de la derecha tradicional -que, a diferencia de las derechas responsables de Francia y Bélgica -que han firmado y respetado un pacto de no gobernar con los fascistas ni con la extrema derecha bajo ninguna circunstancia- han formado coaliciones de gobierno con los elementos más deleznables del espectro político holandés.
Esta repugnante coalición duró un año, y volvió a formarse y los fascistas, bajo diversos nombres y partidos, han estado desde entonces entrando y saliendo del gobierno. Pero los partidos de derecha han abandonado prácticamente todos sus antiguos principios liberales y conservadores y han hecho suyo casi íntegramente el programa del fenecido partido del cabecilla fascista Fortuyn. Hoy el partido liberal holandés es una formación política aberrante, más similar a los liberales-comunistas-nacionalistas-ortodoxos rusos que a los partidos liberales de Occidente.
Definitorio del partido fascista, y del gobierno actual, es una furiosa xenofobia, un odio desatado contra los extranjeros, y especialmente contra los árabes, los musulmanes y los negros y morenos de piel. La gente bien en Holanda viene librando una lucha desigual y terrible contra el gobierno y los elementos nazis en la administración, como la ministro de Extranjería, que llamaos ‘la Hija de Hitler’. El apodo no es casual. Esta ministro ha propuesto obligar a los extranjeros a llevar una chapa o libreta o tarjeta en la que se especificará el ‘grado de integración’ -el mismo método, y el mismo razonamiento detrás de la estrella amarilla que impusieron los nazis a los judíos. Esta ministro, y sus aliados fascistas más extremos, han insinuado la idea de cerrar y aislar barrios donde vivirán solamente extranjeros y árabes -como los guetos en los que fueron encerrados los judíos antes de su exterminio. Esta ministro encarcela a los extranjeros que piden asilo y otros inmigrantes que tienen la mala fortuna de llegar a sus fronteras. Esta ministro ha devuelto a solicitantes de asilo a sus países de origen y entregado información reservada a sus policías, tras lo cual esos refugiados han desaparecido o sido asesinados. Este gobierno holandés ha instalado una extensa red de ‘centros de detención’ -los antiguos campos de concentración de los nazis- donde languidecen miles de extranjeros, incluyendo familias con niños, sin haber cometido delito alguno. Y al menos uno de esos centros ha sido establecido en las antiguas instalaciones de un campo de concentración nazi en el norte del país -un campo que hasta entonces era más bien una suerte de museo.
La lista de pequeñas y cotidianas atrocidades que comete Holanda contra su población extranjera y árabe es demasiado extensa para tratarla aquí. Las medidas llamadas en pro de la integración de los extranjeros son ridículas y humillantes: la más reciente, según leímos en la prensa, prohibir que los inmigrantes hablen sus lenguas natales y obligarlos a hablar holandés incluso en el interior de sus casas. Prohibir a sus mujeres el uso del pañuelo de cabeza. (Pero no a las niñas católicas al norte de Amsterdam, donde el pañuelo de cabeza es de uso tradicional). Y todas estas violencias cotidianas en medio de un clima represivo feroz, donde el gobierno dice defender la libertad expresión encarcelando o amenazando con encarcelar a todo aquel que, según se lee en las nuevas leyes antiterroristas, y cito de memoria, "escriba contra las sociedades occidentales". Yo mismo podría ser considerado un "escritor anti-occidental", porque ser anti-occidental en Holanda se interpreta, y lo interpretan los jueces como estar contra el gobierno y sus medidas en torno a la inmigración y los musulmanes.
Las violaciones a los derechos humanos y el desprecio por el estado de derecho son ahora elementos fijos del paisaje político holandés. Detenciones arbitrarias, apremios físicos y psicológicos en las comisarías de policía, simulacro de justicia con jueces venales y cobardes y un cuerpo de leyes absurdas y estúpidas (como la referida ley antiterrorista), y un extendido clima de miedo en las fábricas e instituciones (nadie se atreve a hablar contra el gobierno) han transformado completamente al país que era antes una de las joyas de la democracia y la libertad en Europa.
Sí, en Holanda, que se descubrió germana durante el período que llaman de ‘ocupación’, de 1942 a 1945, y que sería mejor llamar de ‘colaboración’, el peligro del retorno del nazismo es patente. La irracionalidad y crueldad de ese período de su historia no les impide no repetirlo. A los fascistas, no se olvide, les mueve el odio y reivindican lo irracional y la violencia como formas legítimas de hacer política. Si llegase a ocurrir que un grupo de fanáticos musulmanes cometiese un atentado de las dimensiones del 11 de septiembre de 2001, como dice Soetendorp, no me cabe ninguna duda de que Holanda caería de lleno en lo que será uno de los períodos más tenebrosos de su historia, una reedición de la horrorosa demencia de los nazis.
8 comentarios
pufff -
Martin -
HEIL HIMMLER
swich -
bueno eso es solo un pensamiento
mio bye cuidense
amiguitosssssss ,......
Carlos -
elena -
Car -
mérici -
Para la sociedad holandesa, felizmente, el antisemitismo de algunos árabes no fue ni ha sido, ni es en absoluto relevante en el país. Más grave ha sido y es el enraizado antisemitismo holandés. Debes recordar que Holanda se mostró reticente a juzgar a sus nazis, por razones obviamente políticas, y que, por ejemplo, la policía nazi de Amsterdam no sólo no fue nunca juzgada sino además gozan hasta el día de hoy de toda suerte de privilegios del estado.
La verosimilitud de una posición es independiente del lugar de residencia del autor. Pero no te preocupes, conozco a Holanda como la palma de mi mano.
kielvi -
No coincido en todos los puntos contigo, pero tratas severamente (y con algo de injusticia) las medidas contra el islamismo en Holanda. No discuto el racismo pero el islam está provocando que se le odie a gusto.
Yo para tener información suelo leer a varias personas que discrepen sobre el tema. Solo quiero recordarte que existe históricamente un vínculo entre el nazismo y el islamismo desde antes de la II Guerra Mundial y que prominentes líderes árabes, incluso en Egipto, alaban el nazismo, no solo cuando Hitler vivia, sino también después de muerto.
Mientras el nazismo moría en Europa, en los países árabes continuó su desarrollo sin cortapisa alguna. Es natural, por tanto, que muchos países islámicos radicales tengan esa afinidad en su ideología religiosa con \"Mi Lucha\" de Hitler. De hecho, \"La Biblia Nazi\" (denominación con que se conoce a \"Mi Lucha\") fue best seller en el mundo árabe en el año 2003.
Con tales precedentes y viendo que tú no vives en Holanda, creo que deberías reconsiderar tu opinión o al menos, investiga lo que te digo en este comentario.
Un cordial saludo
Kielvifartas