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Guerra y Atentados Terroristas

Aunque todavía no se cuenta con más informaciones policiales, que los terroristas de Londres fueran paquistaníes y un jamaicano, es un fenómeno que causa inmensa inquietud. Si han actuado para castigar a Inglaterra por su participación en la guerra, es evidente que han actuado en tanto que musulmanes -pues no son árabes. Eso quiere decir, probablemente, que en torno a Iraq se ha creado la convicción de que se trata de una guerra religiosa -que es la pretensión de Al Qaeda y otros fundamentalistas. Es un fracaso de Estados Unidos en su guerra de conquista de los corazones. El hecho es terrible, pues amplía el frente de la guerra de Iraq. Probablemente abrumará a nuestras policías y servicios de inteligencia. Las consecuencias políticas y sociales pueden ser graves. Malos o no malos, según se expresa el primer ministro británico, tienen un punto: la guerra de Iraq. Antes de seguir implementando leyes más represivas y de mayor alcance, deberíamos pensar si no es tiempo de que Estados Unidos abandone Iraq.

Es también la guerra de Iraq la que ha motivado, según dos estudios -uno israelí, otro saudí-, a los yihadistas en Iraq. La conclusión es simple: hoy en día, es la guerra de Iraq está creando terroristas y provocando atentados de represalia. El atentado de Turquía deja intuir que las acciones de represalia contra nacionales e intereses de países implicados en la guerra pueden extenderse a todo el mundo -como extendida está la oposición a la guerra. Las opiniones públicas europeas comparten su oposición a la guerra. Son sólo jefes de estado largamente ilegítimos los que nos tienen enfrascados en una guerra injusta, ilegal, contraproducente y de una criminal banalidad. Con el fin de la ocupación, no sufriríamos probablemente la amenaza de actos de represalia. Con dejar pasar el tiempo no cambiará nada, excepto el número de víctimas. Estados Unidos debe sentarse a negociar urgentemente un calendario de retirada.

Un calendario de retirada es lo que Estados Unidos no quiere explicitar. Retirarse no significa mañana. Puede durar el tiempo suficiente como para adiestrar y equipar a los iraquíes para su lucha contra el terrorismo fundamentalista, que sería posible si los aliados dejan de acosar a la resistencia nacionalista. Las conversaciones con la resistencia legítima debería excluir al fundamentalismo militante, de cuya erradicación resistencia y aliados deberían ser responsables. Gran parte de las tropas aliadas deberían retirarse de las ciudades y/o concentrarse en las fronteras. Algunas tareas de las tropas aliadas pueden ser encargadas a tropas árabes y/o musulmanas. La resistencia debería firmar acuerdos vinculantes para su integración y participación en la vida política, de acuerdo a las nuevas reglas democráticas del país. En un nuevo contexto, tropas internacionales aceptadas por la resistencia y gobierno iraquíes podrían encargarse de aliviar las inquietudes americanas.

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