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La Estatua de Franco

La estatua ecuestre de Franco -a primera vista de proporciones muy distorsionadas o de caballo extra enano- , ha sido retirada de las calles de Madrid. Era una medida largo tiempo esperada. Era insólito, en realidad, que cuando calles, plazas y otros lugares públicos suelen llevar nombres de grandes de la patria -en todas-, hubiese en España esa anomalía moral que consiste en rendir tributo o memoria tan destacada a personajes criminales y deplorables. Es tan insólito como que hubiese en Alemania estatuas de Hitler o Himler, y en Chile, de Pinochet. Crímenes como los cometidos por estos y otros dictadores están fuera del ámbito político. Sus perpetradores no son exaltados políticos de un signo u otro; son, en primer lugar, criminales, más próximos a la figura del asesino en serie que a otra cosa.
Por era razón, el gobierno español satisface un reclamo expresado durante mucho tiempo. Y debiera proseguir en esa noble labor, erradicando los monumentos que el antiguo dictador español hizo construir, mofándose, con los trabajos forzados de sus opositores políticos: el Valle de los Caídos. Es un insulto a la memoria de sus miles de víctimas, inocentes y opositores. Y es un insulto a la sana razón, pues lo mismo sería celebrar con monumentos enfermedades como la paranoia o la esquizofrenia violenta. Franco pertenece al capítulo de las escorias de la historia.
Extraña por esta razón la indignación expresada por gentes de derecha en España. ¿Cómo es posible que gentes que parecían ser sensatas, defiendan ahora semejante e inmoral culto? ¿Cómo es posible que políticos que van de liberales por la vida, defiendan que se rinda tributo a ese monstruo deforme? La historia tiene muchas sorpresas, y esta es desagradable.
Ni la izquierda ni la derecha parecen comprender que la ciudadanía de esta época censura con igual intensidad el uso de la violencia en las luchas políticas y que es simplemente vergonzoso que, bajo pretensión de no re-abrir [?] heridas, se exculpe los crímenes de un -en el mejor de los casos- retardado violento. Es como lo dice el presidente Rodríguez Zapatero: no es aceptable aceptar que haya un vínculo entre política y violencia, y el que lo hace delata su adherencia a principios de una moralidad perimida, la moralidad estrecha, particular, del propio grupo, clan, familia, tribu -en suma, una moral distorsionada y, por ello, falsa. Los crímenes de unos son aparentemente, parecen decir esos políticos, mejores que otros.
No debe aceptarse nunca la aparente razonabilidad de la violencia. No se pueden solucionar los aparentes problemas que crean las reivindicaciones nacionalistas recurriendo a la violencia. Y cuando grupos o individuos cruzan ese umbral, ya no pertenecen al mundo de la sociedad civil, donde los conflictos se solucionan de otra manera. Es lamentable, en cierto modo, descubrir que la derecha española no lo haya entendido. Los crímenes de Franco no son excusables, como no es excusable que Hitler decidiera exterminar a los judíos, como no es excusable que Pinochet, por ejemplo, hiciera decapitar a algunos opositores, ordenando arrojar sus cabezas en los jardines de la embajada italiana. Cuando se cometen crímenes de esta naturaleza, cuando se encarcela, tortura y asesina a los opositores políticos, se ha abandonando mucho antes el ámbito de la civilización; sus perpetradores no son ni pueden ser héroes de ninguna causa, sino simples y atroces asesinos -hasta demonios.
Por cierto, la ciudadanía y los jóvenes deben conocer la historia de sus propios países, pero sin rendir culto al crimen ni al mal.

1 comentario

engels -

claro que si ,ole...alguien que habla bien y no intenta engañar a nadie...esta mu bien tu blog, lo tengo linkeado de hace tiempo..la verdad que durante la epoca ansar,los popes de la estulticia ,hicieron pensar otra vez a lo hombres con los pies y tenemos que recordar que tenemos los pies de barro...un saludo y felicitaciones x tu blog...es esporadico, pero bueno. Mejor asi que abundante y parco...
engels molotov.