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El Tema De La Integración No Se Relaciona Con El Terrorismo

No entiendo que la integración sea realmente un problema relacionado con el terrorismo. No al menos de la manera en que lo plantean la mayoría de los gobiernos de Europa. En Holanda, según la comisión Blok -cuyas conclusiones fueron rechazadas por el gobierno- los extranjeros se encuentran integrados, de modo que los planes y medidas tomadas por el gobierno son aberrantes y constituyen más bien políticas de humillación y acoso de la población extranjera, y musulmana. El examen de integración ha sido ampliamente rechazado, incluso por políticos de los propios partidos de gobierno, incluyendo a algunos de extrema derecha. Depende un permiso de residencia por ejemplo de responder correctamente preguntas sobre el uso de detergentes y la distinción entre chips y tarjeta de crédito. Los políticos y otras personalidades que se sometieron al examen concluyeron unánimemente que las preguntas eran irritantes y humillantes.
Sin embargo, nada de esto es tomado en cuenta por el gobierno y los insólitos y estúpidos exámenes se siguen tomando. Por otro lado, para poder dar este examen deben los extranjeros pagar sumas altísimas, fuera de toda proporción y evidentemente arbitrarias. El gobierno ha reconocido que su intención es limitar la inmigración. Véase así hasta dónde llega su seriedad. Además, los musulmanes de Holanda viven de acuerdo a las normas del país y lo que piensan no difiere de lo que piensa la mayoría de la población sobre temas como el estado de derecho y la libertad de expresión, la democracia parlamentaria y el sistema de partidos. Según un sondeo reciente, sólo un 3% de los musulmanes apoya al fundamentalismo -no al terrorismo, que es algo diferente. Así, es evidente que el tema de la integración está siendo mal usado y con intenciones inmorales e inconfesables. No es la falta de integración el problema, sino la propagación de ideologías y grupos de extrema derecha.
Según la comisión Blok -para seguir con este ejemplo- los problemas de los inmigrantes se derivan de dos cosas: una política sistemática de exclusión practicada por el estado, y del racismo de una parte de la población nativa. Lo primero ha quedado dolorosamente en claro con la amenaza terrorista, cuando el gobierno descubrió que esa política discriminatoria le había privado de los indispensables agentes y traductores árabes que necesita para esa lucha. Lo segundo, en que los inmigrante conocen tasas de desempleo más altas que los nativos. Estos problemas son comunes a varios países de Europa y su solución parece simple: obligar o estimular a instituciones del estado y empresas a contratar a extranjeros. Y no solamente a los blancos de Europa del Este, que es la inmigración que el gobierno favorece en su intento de remplazar a los moros por polacos y otras nacionalidades del Este. Es un plan de genética social que evoca las políticas nazis, y es simplemente inaceptable.

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