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Carta A Un Amigo Católico Sobre El Terrorismo Y El Islam

No sé realmente si a raíz de hechos policiales se pueda concluir que hay algún conflicto entre civilizaciones. No creo que el terrorismo islámico tenga que ver con la población musulmana. Tampoco tendrá que ver, por tanto, con la inmigración. El terrorismo es un mal que aflige a Europa desde comienzos del siglo pasado. El régimen nazi fue un acto de terror. Pero después de los años cincuenta ha habido actos de terror. En Italia, en Alemania, en Francia. Terrorismo de extrema derecha y de extrema izquierda. Y terrorismo de grupos árabes. El más terrible acto de terror antes del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos fue el asesinato a sangre fría de 7.800 niños y hombres musulmanes, con la horrorosa complicidad de tropas holandesas, que cometieron tropas cristianas serbias. Los autores de esta masacre se reclamaban del cristianismo. No se dijo entonces, ni se dirá, que el cristianismo sea una amenaza para Occidente. El terror lo es. Y el terror, como el demonio, usa diferentes identidades para ocultar su cara y sus propósitos. Ese terror, como expresión del Mal, ha usado y seguirá usando las violencias cometidas contra poblaciones musulmanas para atacar. Ese mismo terror que usará los actos terroristas musulmanes para justificar otros.
Cómo combatir el terror es otro asunto. La policía, los servicios secretos y los tribunales son las herramientas con las que contamos. También se puede combatir con el bien, con hacer el bien, con no discriminar, con no sembrar odio ni sospechas infundadas y maliciosas, con dialogar y convivir, con defender nuestros principios civilizacionales sin claudicar ante el temor, con defender los derechos de los inmigrantes, con crear lazos con las comunidades de extranjeros, con defender nuestras libertades y hacerlas asequibles a todos, con defender las leyes justas, con luchar por la libertad y la dignidad del ser humano. Con la oración. Con la voluntad. Con comunidad.

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