El Asesinato De Van Gogh 2: La Hija De Hitler'
El asesinato de Van Gogh no ocurrió en el vacío. Hay una creciente intolerancia en el país. Un ambiente de odio contra la población árabe en particular y contra los extranjeros en general, y este odio es impulsado por el gobierno. A este contexto de incomprensible arrogancia, las autoridades han hecho suya la costumbre de insultar, acosar, amenazar y perseguir a la población musulmana.
A este ambiente de odio ha contribuido sobre todo el gobierno. A su cabeza, la ministro de Extranjería, a la que el pueblo de la calle llama en Amsterdam la hija de Hitler'.
La hija de Hitler ha tenido éxito con su campaña de odio: ha logrado la deportación de 26.000 refugiados, la mayoría de ellos provenientes de países como Iraq, Somalia, Bosnia. Musulmanes. Ha implementado un plan en gran parte ilegal que hace prácticamente imposible que lleguen al país inmigrantes de países musulmanes y/o del tercer mundo. Ha creado un estúpido sistema de integración, rechazado ampliamente por extranjeros y holandeses por igual. Ha implantado un régimen de arbitrariedad y falsedad, rechazando por ejemplo las conclusiones de investigaciones parlamentarias y científicas cuando no concuerdan con sus limitadas y preconcebidas ideas, e ignorado resoluciones judiciales en casos de juicios sobre refugiados. Ha intentado obligar a los extranjeros a llevar consigo una libreta con sus puntajes de integración -como los nazis obligaron a llevar la estrella amarilla a los judíos. Últimamente, la hija de Hitler ha decretado una ley que dificulta -lo hace imposible, de hecho- el matrimonio con parejas provenientes de países musulmanes y/o del tercer mundo.
La hija de Hitler ha llenado de odio y de veneno a la sociedad holandesa, transformándola de tolerante en estúpida e intransigente. La ha alejado cada vez más de los valores que conocemos como occidentales y acercado a lo que los nazis llamaban civilización en los años treinta y cuarenta del siglo pasado.
Este gobierno holandés, que dura una amarga infinidad de años, está transformando a Holanda en una farsa macabra donde se llama integración a la exclusión, tolerancia al desprecio, libertad a la opresión y donde se celebra y recompensa la estupidez y la falta de inteligencia. El país amenaza con descender poco a poco hacia lo más oscuro de sus atávicas lealtades teutonas.
Se hace necesario que Europa tome cartas en el asunto para impedir que Holanda se aparte del mundo civilizado.
El Odio Mató A Van Gogh
Es en este clima de odio que mataron a Van Gogh. A Van Gogh le gustaba provocar. Le llamaban el provocador intransigente'. Nosotros en este mundo no creemos que se pueda matar a alguien por decir algo. Tampoco que se pueda encarcelar a alguien por decir algo. O deportar a alguien por decir algo.
Pero ya la hija de Hitler ha amenazado con encarcelar a los que la comparen con los nazis. Y deportar a los que prediquen el odio.
Ella predica el odio. ¿Qué medidas tomará contra sí misma? ¿Se deportará a sí misma?
No creemos que alguien merezca la muerte por escribir un libro o hacer una película. En parte es porque vivimos en una época en que confinamos a la literatura a los personajes literarios. Nuestros dioses viven en el papel. No nos hiere terriblemente que hablen mal de nuestros dioses.
No sé qué dirán los lectores de la Biblia, pero a mí no me afecta realmente que insulten a mi Virgen María, ni a mi José, ni a mi Isidro. Pero sí sé de gente que se ofuscaría hasta el punto de cometer un crimen. Y algunos los han cometido y han agredido y matado a los que consideran infieles -por ejemplo, a activistas en pro del derecho a decidir, a doctores que practicaban el aborto, a gente que quiso ver la película La última tentación de Cristo'.
Por ejemplo, sé que muchos holandeses se matan de la risa de mi enorme colección de dioses pequeños -santos- y vírgenes. Hay también escritores holandeses que ridiculizan mis obsesiones culturales con la muerte o la sangre o los corazones, ridiculizan mis santos a caballo y mis santas con ojos que echan rayos, y ridiculizan mis vírgenes rodeadas de flores y mis curas que me escuchan mis pecados -Gerard Reve, por ejemplo, que es quizás el más grande escritor holandés. Pero no me ofende.
Yo también los insulto a mi manera. Les digo que su protestantismo no es más que un disfraz de sus dioses germanos. Que su Dios se parece más a Wotan que al mío. Y también les digo que sus libros -la Biblia entre ellos- fueron escritos por criminales y tarados mentales. También les digo que tienen dioses de nombres impronunciables.
Lo peor, les digo que no entienden nada de Occidente y que hay que civilizarlos de nuevo.
Nunca he sido golpeado por decir eso. Nos hemos reído mucho todos nosotros. Creo que es porque compartimos la opinión de que, después de todo, son todos personajes de ficción, de libros.
Nadie me va a matar porque diga que me caiga mal la puta de madame Bovary.
¿Por qué alguna gente se toma tan mal las procacidades de Van Gogh?
Creo que es por el contexto. Creo que si Van Gogh, y yo, y Gerard Reve, y mi amigo Said estuviéramos sentados a la mesa hablando de estas cosas y sacando ejemplos de como suele insultarse la gente de diferentes credos, no moriría nadie.
El problema es que no estamos sentados a la mesa. El problema es que el gobierno tiene viviendo en el temor y en la desesperación a mucha gente musulmana. El problema es que el gobierno y su prensa se solazan en insultar cotidianamente a los musulmanes. El problema es que el gobierno aplaude los asesinatos que cometen las tropas norteamericanas en Iraq todos los días. El problema es que tienen tropas en ese país apoyando la invasión de los demonios norteamericanos. El problema es que el gobierno se quiere meter en las mezquitas a humillar a los musulmanes también ahí, su último reducto.
Un chico musulmán decidió vengarse. Y mató a Van Gogh. Y es terrible que lo haya matado, y da rabia, y pena. Pero no es una lucha de civilizaciones, ni está en peligro la libertad de expresión -no más ahora que lo estaba hace un mes, dos años, un siglo, o lo estará mañana, o pasado mañana. La libertad de expresión siempre está en peligro. Está en peligro de que alguien se sienta insultado y te ataque. Y es más fácil que te ataquen si eres grosero y agresivo y gritón como Van Gogh. Es el riesgo de la libertad.
A mí no me gustaba Van Gogh. Y me repugna que Mohammed lo haya matado, y de esa manera tan cruel. Pero el asesinato no tiene nada que ver con los musulmanes, ni con los marroquíes, ni con la integración ni con la libertad de expresión.
Tiene más que ver con el clima de odio, de desprecio, y con el acoso que practica el gobierno. Y el odio que han sembrado las mal llamadas autoridades lo ha cosechado desgraciadamente este intolerante cineasta holandés.
A este ambiente de odio ha contribuido sobre todo el gobierno. A su cabeza, la ministro de Extranjería, a la que el pueblo de la calle llama en Amsterdam la hija de Hitler'.
La hija de Hitler ha tenido éxito con su campaña de odio: ha logrado la deportación de 26.000 refugiados, la mayoría de ellos provenientes de países como Iraq, Somalia, Bosnia. Musulmanes. Ha implementado un plan en gran parte ilegal que hace prácticamente imposible que lleguen al país inmigrantes de países musulmanes y/o del tercer mundo. Ha creado un estúpido sistema de integración, rechazado ampliamente por extranjeros y holandeses por igual. Ha implantado un régimen de arbitrariedad y falsedad, rechazando por ejemplo las conclusiones de investigaciones parlamentarias y científicas cuando no concuerdan con sus limitadas y preconcebidas ideas, e ignorado resoluciones judiciales en casos de juicios sobre refugiados. Ha intentado obligar a los extranjeros a llevar consigo una libreta con sus puntajes de integración -como los nazis obligaron a llevar la estrella amarilla a los judíos. Últimamente, la hija de Hitler ha decretado una ley que dificulta -lo hace imposible, de hecho- el matrimonio con parejas provenientes de países musulmanes y/o del tercer mundo.
La hija de Hitler ha llenado de odio y de veneno a la sociedad holandesa, transformándola de tolerante en estúpida e intransigente. La ha alejado cada vez más de los valores que conocemos como occidentales y acercado a lo que los nazis llamaban civilización en los años treinta y cuarenta del siglo pasado.
Este gobierno holandés, que dura una amarga infinidad de años, está transformando a Holanda en una farsa macabra donde se llama integración a la exclusión, tolerancia al desprecio, libertad a la opresión y donde se celebra y recompensa la estupidez y la falta de inteligencia. El país amenaza con descender poco a poco hacia lo más oscuro de sus atávicas lealtades teutonas.
Se hace necesario que Europa tome cartas en el asunto para impedir que Holanda se aparte del mundo civilizado.
El Odio Mató A Van Gogh
Es en este clima de odio que mataron a Van Gogh. A Van Gogh le gustaba provocar. Le llamaban el provocador intransigente'. Nosotros en este mundo no creemos que se pueda matar a alguien por decir algo. Tampoco que se pueda encarcelar a alguien por decir algo. O deportar a alguien por decir algo.
Pero ya la hija de Hitler ha amenazado con encarcelar a los que la comparen con los nazis. Y deportar a los que prediquen el odio.
Ella predica el odio. ¿Qué medidas tomará contra sí misma? ¿Se deportará a sí misma?
No creemos que alguien merezca la muerte por escribir un libro o hacer una película. En parte es porque vivimos en una época en que confinamos a la literatura a los personajes literarios. Nuestros dioses viven en el papel. No nos hiere terriblemente que hablen mal de nuestros dioses.
No sé qué dirán los lectores de la Biblia, pero a mí no me afecta realmente que insulten a mi Virgen María, ni a mi José, ni a mi Isidro. Pero sí sé de gente que se ofuscaría hasta el punto de cometer un crimen. Y algunos los han cometido y han agredido y matado a los que consideran infieles -por ejemplo, a activistas en pro del derecho a decidir, a doctores que practicaban el aborto, a gente que quiso ver la película La última tentación de Cristo'.
Por ejemplo, sé que muchos holandeses se matan de la risa de mi enorme colección de dioses pequeños -santos- y vírgenes. Hay también escritores holandeses que ridiculizan mis obsesiones culturales con la muerte o la sangre o los corazones, ridiculizan mis santos a caballo y mis santas con ojos que echan rayos, y ridiculizan mis vírgenes rodeadas de flores y mis curas que me escuchan mis pecados -Gerard Reve, por ejemplo, que es quizás el más grande escritor holandés. Pero no me ofende.
Yo también los insulto a mi manera. Les digo que su protestantismo no es más que un disfraz de sus dioses germanos. Que su Dios se parece más a Wotan que al mío. Y también les digo que sus libros -la Biblia entre ellos- fueron escritos por criminales y tarados mentales. También les digo que tienen dioses de nombres impronunciables.
Lo peor, les digo que no entienden nada de Occidente y que hay que civilizarlos de nuevo.
Nunca he sido golpeado por decir eso. Nos hemos reído mucho todos nosotros. Creo que es porque compartimos la opinión de que, después de todo, son todos personajes de ficción, de libros.
Nadie me va a matar porque diga que me caiga mal la puta de madame Bovary.
¿Por qué alguna gente se toma tan mal las procacidades de Van Gogh?
Creo que es por el contexto. Creo que si Van Gogh, y yo, y Gerard Reve, y mi amigo Said estuviéramos sentados a la mesa hablando de estas cosas y sacando ejemplos de como suele insultarse la gente de diferentes credos, no moriría nadie.
El problema es que no estamos sentados a la mesa. El problema es que el gobierno tiene viviendo en el temor y en la desesperación a mucha gente musulmana. El problema es que el gobierno y su prensa se solazan en insultar cotidianamente a los musulmanes. El problema es que el gobierno aplaude los asesinatos que cometen las tropas norteamericanas en Iraq todos los días. El problema es que tienen tropas en ese país apoyando la invasión de los demonios norteamericanos. El problema es que el gobierno se quiere meter en las mezquitas a humillar a los musulmanes también ahí, su último reducto.
Un chico musulmán decidió vengarse. Y mató a Van Gogh. Y es terrible que lo haya matado, y da rabia, y pena. Pero no es una lucha de civilizaciones, ni está en peligro la libertad de expresión -no más ahora que lo estaba hace un mes, dos años, un siglo, o lo estará mañana, o pasado mañana. La libertad de expresión siempre está en peligro. Está en peligro de que alguien se sienta insultado y te ataque. Y es más fácil que te ataquen si eres grosero y agresivo y gritón como Van Gogh. Es el riesgo de la libertad.
A mí no me gustaba Van Gogh. Y me repugna que Mohammed lo haya matado, y de esa manera tan cruel. Pero el asesinato no tiene nada que ver con los musulmanes, ni con los marroquíes, ni con la integración ni con la libertad de expresión.
Tiene más que ver con el clima de odio, de desprecio, y con el acoso que practica el gobierno. Y el odio que han sembrado las mal llamadas autoridades lo ha cosechado desgraciadamente este intolerante cineasta holandés.
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