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Circo, Tortura y Animales Exóticos

[En Estados Unidos discutirá el Congreso en estos días un proyecto de ley que muchos, pese a sus deficiencias, esperan que sea aprobado. Se trata del proyecto que prohíbe que los circos itinerantes trabajen con animales exóticos salvajes, como leones y elefantes.]

La Ley de Protección de Animales Exóticos Itinerantes no prohibirá que esos circos, que recorren las carreteras estadounidenses cincuenta semanas al año, trabajen con animales domésticos, pero es igualmente una gran decisión.

Aparentemente la principal razón para la prohibición es la constatación de que el adiestramiento de esos animales incluye numerosos métodos de sometimiento que hoy consideramos derechamente tortura, “usando instrumentos como la picana, látigos, tubos de metal y patadas en la cabeza, y la destrucción sistemática y total de su espíritu”, según escribe Jay Kirk. Hoy los domadores utilizan igualmente la pistola eléctrica.
Es interesante el análisis de Kirk. Dice que los partidarios de los actos circenses con animales recurren siempre al argumento de que la prohibición dejará a muchos –entre ellos domadores y cuidadores- sin trabajo. Es lo mismo que temían cuando se prohibieron los espectáculos con personas deformes, como enanos, mujeres bigotudas, albinos, hombres con manos de seis dedos y similares. Sin embargo, el circo no desapareció. Agrega que, al contrario, con la prohibición de usar animales en el espectáculo podría aumentar el empleo para humanos. Con un poco de creatividad, sus dueños podrían contribuir a que el circo se refine como espectáculo.

El espectáculo con animales no solamente es un crimen en el sentido de que realizan esos actos sometidos por cotidianas y dolorosas torturas, físicas tanto como psicológicas, apartados de sus entornos naturales y exiliados de sus sociedades y culturas, sino además por la constatación de la terrible banalidad de su cautiverio. El espectáculo provoca desazón y el sentimiento tiene que ver “[…] con el conocimiento de que la única razón del sufrimiento de estos animales es que aprendan, admitámoslo, un conjunto bastante pobre de actos, especialmente cuando lo que realmente queremos ver es a los acróbatas y los trapecistas”.
Por las condiciones en que viven en cautiverio, el hacinamiento, el encierro prolongado, los dolorosos ensayos, los golpes, las descargas eléctricas, los latigazos, las cotidianas humillaciones llevan a muchos animales, especialmente a los elefantes, a la locura, y esos estallidos de rabia y violencia terminan a veces en terribles tragedias con víctimas humanas y animales. A veces matan a sus domadores. Pero aun, escribe Kirk, a veces también atacan a niños y transeúntes inocentes.

Suele compararse el circo con la cárcel http://mqh02.wordpress.com/2011/12/22/entre-el-circo-y-el-zoo/, el manicomio, el campo de concentración y el zoológico. La comparación es pertinente. De hecho, era habitual que en los hospitales psiquiátricos de Inglaterra, y hasta entrado el siglo diecinueve, se obligase a los internos a realizar actos considerados artísticos para los visitantes (Ellenberger, en Mérici). Aparte esto, el cautiverio, sea en zoológicos o en circos, deja terribles secuelas de deterioro emocional y mental en los animales, incluyendo la locura a la que se refiere Kirk. En las jaulas circenses, cuando no están en la pista, es frecuente ver a animales haciendo movimientos repetitivos durante horas, como mover la cabeza de un lado a otro, o caminando en círculos, o incluso, en un caso extremo, comiendo sus propios excrementos. Hasta hace poco, en muchos zoológicos del mundo los visitantes podían llevar un perro o un gato para alimentar a los leones, que los cuidadores arrojaban a las jaulas para que pudieran presenciar el atroz espectáculo.

Si el circo no se reforma radicalmente y termina con la explotación animal, debiese ser derechamente prohibido, aunque en la prohibición del uso de animales se puede encontrar la semilla del circo del futuro, sin esclavos animales y con nuevos números humanos –incluso con humanos disfrazados de animales, que sería de cualquier modo mucho más divertido. Como Kirk, también creo que la prohibición de los espectáculos con animales es, para los circos y los artistas circenses, quizá la mejor noticia que hayan oído en su historia, excepto quizás cuando les prohibieron la exhibición de seres humanos –gigantes, mujeres peludas, albinos, jorobados, y también, recordemos, indios y negros.

Lecturas recomendadas

Editorial de Los Angeles Times
Son elefantes, no payasos 

Jay Kirk
Terminemos con el circo con animales

Amado de Mérici
Contra el zoológico

Entre el circo y el zoo


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