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¿Son Para Iraq Una Solución Las Elecciones De Enero?

Es difícil imaginar que las elecciones de enero por sí solas proporcionen una solución a los problemas de Iraq. Si no participan los sunníes, aumentarán las perspectivas de una guerra civil casi permanente. Una de las principales quejas de la población sunní es, como señalan muchos, que ahora son tratados como ciudadanos de segunda clase, culpándoles de recibir los beneficios de la dictadura de uno de los suyos. El licenciamiento en masa del ejército fue obviamente un terrible error del gobernador Bremer. Lo mismo los licenciamientos masivos de sunníes en el servicio público. Las dos medidas han dejado en la calle a millones de funcionarios que ahora debido a su afiliación sunní tampoco pueden aspirar a posiciones en el principal empleador del país: el estado. Estas quejas no terminarán con las elecciones. Tampoco terminarán los problemas que las originan. Para esto, sólo cabe negociar con los líderes políticos y religiosos sunníes y la resistencia nacionalista.
Las ventajas de las negociaciones son evidentes. Terminaría con la situación desesperada en que se encuentran los sunníes y ciertamente con la resistencia se podría negociar poner coto a las actividades de los grupos fundamentalistas que, en primer lugar, con sus actos de salvaje y arbitraria violencia, dañan a la resistencia misma. Y ayudaría a dar los primeros pasos hacia una sociedad que debe definirse por la ciudadanía más que por tribus y afiliaciones religiosas. Postergar las elecciones sin iniciar al menos el proceso de negociación seguramente no conducirá a ninguna parte. El principal problema para Iraq es la ocupación. Medidas serias que inicien la retirada de las tropas ocupantes es quizás lo más importante en unas negociaciones. Es posible que tropas árabes puedan tomar a su cargo muchas tareas de mantención del orden público y de adiestramiento de las nuevas fuerzas policiales y del ejército iraquí. Tropas árabes no despertarían probablemente una oposición tan encarnizada.
Pero nada de esto es posible con la actual postura del gobierno norteamericano. Peor aún, el anuncio de que aumentará sus tropas en ese país y las declaraciones del ministro de Defensa de que se quedarán al menos otros cuatro años, no hacen sino empeorar la situación y confirmar las sospechas de todo el mundo -en primer lugar de los iraquíes- de que EEUU no tiene intenciones de dejar el país. La reticencia de Europa a verse implicada en los desconocidos planes norteamericanos es más que comprensible. Por más que insista Estados Unidos, la comunidad internacional considera ilegal la ocupación. Y, por otra parte, Europa está mucho más cerca de Oriente Medio que Estados Unidos. Iraq y el descontento mundo árabe nos puede devolver alguna forma de guerra a nuestra propia casa. Es la ocupación la que debe terminar. Para ello, EEUU contaría con el apoyo europeo. Pero no para combatir la resistencia ni arrasar con más ciudades. A fin de cuentas, retirarse conviene sobre todo a Estados Unidos.

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