Turquía Y La Integración De Los Inmigrantes
Por más que doy vueltas al asunto, no veo realmente dónde está el problema de la inmigración ni qué tenga este que ver con la integración'. El autor comienza con Holanda. En ese país, según una comisión gubernamental (la comisión Blok), no hay problemas de integración. Que lo diga el gobierno es otro asunto. La gran mayoría de los inmigrantes habla el idioma nativo, aunque por lo demás esta es una exigencia absurda. Según esa comisión, los problemas que aquejan a los inmigrantes se derivan fundamentalmente de una política de exclusión sistemática del estado, y del racismo de parte de su población. Lo primero ha quedado claro cuando hemos descubierto que los servicios secretos -a pesar de ser un país que declaró la guerra a Iraq y que estuvo implicado en la matanza de Sbrenica de 1995- no tenían suficientes colaboradores ni traductores árabes, necesarios para combatir el terrorismo musulmán. Lo segundo se traduce en tasas de desempleo mayores entre inmigrantes que entre nativos.
Es realmente absurdo pretender que el asesinato de van Gogh demuestre una supuesta falta de integración de los musulmanes. A van Gogh lo mató Mohamed B., no la población ni la fe musulmana. Además, Mohamed B. es holandés. Cuando otro holandés -Volkert van der G.- asesinó al líder fascista Fortuyn, no se supuso que la población holandesa no hubiese todavía comprendido cabalmente los principios que animan a la moderna civilización occidental. Nadie pidió tampoco que se obligase a los holandeses a integrarse' siguiendo cursos sobre la democracia y el estado de derecho. ¿Parecería ahora, con el repentino auge de líderes fascistas, necesario obligar a esa población a civilizarse? Hay que ser ingenuo o tener mala fe insistir en esta supuesta falta de integración. Los extremistas de todo signo deben naturalmente ser combatidos. Incluyendo la represión -más necesaria que nunca- de fascistas y otras fuerzas de extrema derecha. También lo comprenden así las comunidades de extranjeros.
No hubo en Holanda una opinión pública enfurecida. Decir eso supone pensar que los holandeses son simios. Los atentados contra las mezquitas se vienen cometiendo desde hace 5 años y, según la policía, son cometidos por grupos organizados de extrema derecha. Hace mal el autor -o tiene mala fe- en presentar a esos criminales como grupos de vigilantes enardecidos. Es simplemente falso. Y los actos de violencia de inspiración política son cometidos en su gran mayoría por grupos de extrema derecha, no por inmigrantes ni moros ni militantes de izquierdas. Lamentablemente -¿lo sabe el autor?- no considera el gobierno terrorismo sus actos, ni se reprime a esos grupos como se debiese. El gobierno -una coalición de centro y extrema derecha- ha alentado la discriminación y el odio racial/cultural, instalando una especie de régimen aparte para los musulmanes. Al mismo tiempo, se hace cómplice de la invasión de Iraq. Realmente no se necesita mucho más para provocar sentimientos hostiles.
Es realmente absurdo pretender que el asesinato de van Gogh demuestre una supuesta falta de integración de los musulmanes. A van Gogh lo mató Mohamed B., no la población ni la fe musulmana. Además, Mohamed B. es holandés. Cuando otro holandés -Volkert van der G.- asesinó al líder fascista Fortuyn, no se supuso que la población holandesa no hubiese todavía comprendido cabalmente los principios que animan a la moderna civilización occidental. Nadie pidió tampoco que se obligase a los holandeses a integrarse' siguiendo cursos sobre la democracia y el estado de derecho. ¿Parecería ahora, con el repentino auge de líderes fascistas, necesario obligar a esa población a civilizarse? Hay que ser ingenuo o tener mala fe insistir en esta supuesta falta de integración. Los extremistas de todo signo deben naturalmente ser combatidos. Incluyendo la represión -más necesaria que nunca- de fascistas y otras fuerzas de extrema derecha. También lo comprenden así las comunidades de extranjeros.
No hubo en Holanda una opinión pública enfurecida. Decir eso supone pensar que los holandeses son simios. Los atentados contra las mezquitas se vienen cometiendo desde hace 5 años y, según la policía, son cometidos por grupos organizados de extrema derecha. Hace mal el autor -o tiene mala fe- en presentar a esos criminales como grupos de vigilantes enardecidos. Es simplemente falso. Y los actos de violencia de inspiración política son cometidos en su gran mayoría por grupos de extrema derecha, no por inmigrantes ni moros ni militantes de izquierdas. Lamentablemente -¿lo sabe el autor?- no considera el gobierno terrorismo sus actos, ni se reprime a esos grupos como se debiese. El gobierno -una coalición de centro y extrema derecha- ha alentado la discriminación y el odio racial/cultural, instalando una especie de régimen aparte para los musulmanes. Al mismo tiempo, se hace cómplice de la invasión de Iraq. Realmente no se necesita mucho más para provocar sentimientos hostiles.
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