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Quién Mató A Van Gogh Y El Régimen ‘Aparte' Para Los Árabes

Qué manía de negarse a pensar con la cabeza. Quien mató a van Gogh fue un hombre, llamado Mohammed, de 26 años, ya preso, que confesó sus motivos en una carta que clavó con un cuchillo en el cuerpo de la víctima. No han sido ni los marroquíes, ni los musulmanes, ni los árabes. Tuvo como motivo que el columnista se burlaba del islam. Hay otros como él, y han jurado matar a una señora llamada Hirsi Ali. La policía ya los ha capturado. A Fortuyn lo mató un señor llamado Volkert van der G., holandés, militante ecologista, padre de familia. ¿Se acusó en la época a todos los holandeses ecologistas de ser cómplices del asesinato? Tampoco era musulmán. Dijo que lo mató porque era un peligro. Fue juzgado. Está preso. Sólo los individuos son responsables de sus actos. Nuestras policías y tribunales se ocupan de estos asuntos; el servicio secreto para evitarlos. ¿Hay que ser un Einstein para entender esto? Hay muchos terroristas musulmanes presos en países moros. ¿Da dolor de cabeza entenderlo?
No hay argumentos para relacionar este asesinato con el tema de la integración musulmana. El asesino, Mohammed B., es holandés. Nació, se crió y se educó en Amsterdam. Igualmente es holandés el asesino de Fortuyn. Tampoco a la época de ese asesinato se relacionó el crimen con la mayor o menor integración del asesino a la sociedad holandesa ni la de sus padres ni la del grupo étnico al que pertenece. Tampoco es musulmana la abogado que intentó, antes ese año, asesinar a un político de extrema derecha holandés (lo arrolló con su coche). Obviamente, nadie ha pedido que se tomen medidas especiales contra los abogados. Tampoco es holandés el señor que tenía planes para matar a la ministro llamada ‘la hija de Hitler'. Por otro lado, el asesinato político es igual de antiguo que la Biblia. ¿A qué viene esta repetida, majadera memez? Este asesinato no significa de ninguna manera que haya problemas de integración ni con el islam.
Los momentos de tensión étnica a que se refiere en la prensa merecen comentario. Aunque ha habido incidentes, estos han sido aislados y de pequeña escala. Los atentados contra mezquitas y escuelas musulmanas han sido cometidos por grupos neo-nazis organizados, según informó la policía ayer. Los mismos grupos han atacado iglesias, con la esperanza de crear conflictos étnicos, que no se han producido. Al ambiente de terror contribuyó el presidente del partido de Fortuyn, que escribió cartas de amenaza firmándolas como si fuera un grupo terrorista musulmán. Fue detenido, y confesó. La idea de estos grupos -que parecen haber contado con la colaboración de algunos ministros de extrema derecha- era crear una imagen de furia popular (que es falsa) y conflicto que permita la instalación de un régimen especial para los musulmanes, como cuando se instaló uno para los judíos en 1938 tras la ‘noche de los cristales rotos'.
Es verdad que una parte de la población ha exigido medidas más duras contra el fundamentalismo; pero también lo es que no saben qué es el fundamentalismo ni porqué debiese ser prohibido, como ha pretendido el gobierno. Ayer justamente decía el antiguo líder liberal Dijkstal: "En Holanda está permitido que uno tenga ideas extremas en base a la religión. Otra cosa es cuando violas la ley en virtud de esas ideas". ¿Acaso ignora el autor que en nuestras democracias la responsabilidad es individual? La solución que propone el gobierno es crear un régimen doble, con leyes y reglas válidas para unos grupos, y otras válidas para otros. Un perfecto apartheid renovado y adaptado a las necesidades políticas de un gobierno que, contando ya en su seno con muchos elementos de extrema derecha, tiende ahora peligrosamente hacia un neo-nazismo. Europa no debe hacer la vista gorda.
El asesinato de van Gogh ha dado pie para un desarrollo desastroso y que augura lo peor para Holanda y Europa: la instalación de un régimen ‘aparte' para los musulmanes. La razón que ha dado el gobierno y la clase política nativa es que el asesino tuvo motivos político-religiosos. En esa memez se basan para continuar humillando y acosando a los musulmanes. Sin embargo, el asesinato del cabecilla fascista Fortuyn, no provocó que el gobierno tomara medidas de represalia contra la población nativa. Tampoco las provocó el intento de asesinato de un parlamentario de extrema derecha, por una abogado holandesa, antes este año. Ni los planes de asesinato de la ministro de Integración, por un holandés, también antes este año. Los asesinatos, así como otros actos delictivos, son de responsabilidad individual en las sociedades libres. Tenemos policías y tribunales para que se ocupen de esos asuntos. Y servicios secretos, cuando se trata de organizaciones.
El asesinato de ninguna manera dice nada sobre la integración de los musulmanes. Ahora, considérense otros asuntos. Entre el día del asesinato (martes) y el día en que el ministro del Interior declaró la ‘guerra' a los musulmanes (viernes), no hubo atentados ni agresiones contra musulmanes. Los atentados comenzaron el viernes por la noche. No son expresión de la furia popular, como argumenta la extrema derecha, sino acciones organizadas de grupos de neo-nazis y de extrema derecha. Así lo declaró la policía anoche. Además, se sospecha que los que han atentado contra iglesias, son también miembros de esos grupos. Y también se dio a conocer ayer que las amenazas hechas a nombre de un grupo musulmán contra el partido fascista LPF fueron escritas por el propio presidente de ese partido, que ha sido detenido, ha confesado y ha renunciado al partido. La ‘semana de los cristales rotos' fue iniciada por el ministro del Interior. No es una reacción popular ni espontánea.
Las signos de que aquí hay algo más que una ‘sana' reacción popular han sido detectados curiosamente no por los partidos de izquierda, que han apoyado todos las medidas de excepción contra los musulmanes ayer en el debate parlamentario, sino por antiguos líderes liberales de uno de los propios partidos del gobierno (el VVD, ‘liberal', hoy dominado por la extrema derecha) y por observadores independientes. Así, ayer, uno de los rabíes de Amsterdam evocaba los paralelismos entre lo que está pasando aquí y el período en que se inició en Holanda el acoso de los refugiados judíos que venían de Alemania en los años 30 después de que comenzaran a ser expulsados de ese país. Ayer, el cabecilla de extrema derecha van Aartsen defendía los atentados contra las mezquitas: "El gobierno no debe dejar en manos de los ciudadanos la responsabilidad de restablecer el orden".

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