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Reacciones Histéricas Y Apartheid

El buró Motivaction, que se dedica aparentemente a hacer encuestas, informa de una realizada tras el asesinato de Theo van Gogh que muestra claramente un creciente endurecimiento y polarización de la sociedad holandesa. Algunos resultados: un 80 por ciento quiere un sistema de integración más severo; un 30 por ciento considera a toda la comunidad musulmana culpable del crimen y creen que uno de cada tres musulmanes justifican el asesinato; un 25 por ciento quiere guerra con los musulmanes; un 90 por ciento está dispuesto a abandonar los derechos civiles en favor de mayor seguridad; un 60 por ciento apoya que el estado viole la ley en la persecución de terroristas; el 50 por ciento dice que no deberías tener derecho a tu libertad de opinión si discriminas a otros. Etc.
Desconfío de esta encuesta. En primer lugar, no se define el tipo de universo; no se nos dice quién es el ‘holandés' encuestado. En la encuesta se habla de ‘nativos', pero no podemos confiar en que la categoría ‘nacidos aquí' de los encuestadores incluya a los hijos de extranjeros igualmente nacidos aquí que la ley holandesa -basada en el derecho de sangre, y no en el de tierra- considera extranjeros. Desconfío en segundo lugar por las banalidades con que ilustra el jefe del buró los resultados de la encuesta, pero no me voy a extender sobre ellas.
Pero desconfío sobre todo porque la imagen que se forma uno de los holandeses con esta encuesta es que son estúpidos. Y no me parece que lo sean, aunque es verdad que el país atraviesa por momentos de emociones fuertes, francamente histéricas.

Asesinos Más Y Menos Integrados
Que un 80 por ciento suponga que el asesinato puede relacionarse con una supuesta deficiencia en la integración de los extranjeros en este país es realmente una idea necia. Que los extranjeros no están integrados es también de una increíble falsedad. Cuando empezó este debate hace unos años, la comisión parlamentaria Blok concluyó, tras un estudio de años, que los extranjeros estaban perfectamente integrados. El problema no eran los extranjeros, sino los obstáculos que sociedad y estado ponían en el camino de la integración. Esos obstáculos son los comunes conocidos en otras sociedades: los extranjeros son discriminados, no son contratados, se les niegan oportunidades de trabajo y estudio, se prefiere a los holandeses. Las conclusiones fueron negadas por la ministro de Integración, la llamada ‘hija de Hitler'. Y enseguida que las desdeñó y echó al tacho de basura, montó todo un plan, incluido un ministerio y un departamento propio, para integrar a los integrados.
El asesino es Mohammed, nacido aquí, criado aquí y amsterdamés por todos los lados. Tan es así, que los versos que incluyó en la carta que clavó tan macabramente en el cuerpo del columnista fueron escritos, según un experto, siguiendo el estilo de los versos navideños que acostumbraban intercambiar los holandeses para esas fechas. El problema no es que Mohammed no estuviera integrado. Simplemente los insultos de van Gogh le tenían harto y decidió matarlo. Esos asesinatos aparecen en muchas novelas, incluso holandesas.
Acá en Holanda uno no mata a la gente que te insulta. Si te molesta demasiado, llevas al agresor a tribunales. En los tribunales habitualmente el ofensor es condenado a pedir excusas y pagar sumas simbólicas de dinero, a modo de indemnización. Al día siguiente, ten por seguro que el susodicho te volverá a insultar. Theo van Gogh mismo vivió los últimos años de su vida en procesos de este tipo. Y se moría de la risa. Había anunciado que cada vez que insultaba a los judíos enviaba el dinero correspondiente a las organizaciones judías, seguramente para ahorrarse los costes del juicio. En fin, que aquí no se mata a nadie.
Pero que lo haya matado Mohammed, por los motivos que tuviera, no significa que no estuviera integrado. Dijo su madre en el funeral que a Theo van Gogh lo vienen amenazando desde hace años. Y no solamente musulmanes. Antes incluso de que supiéramos que vivían musulmanes aquí en Amsterdam, ya lo habían amenazado.
Y estuviera Mohammed bien o mal integrado, no significa naturalmente que la imaginaria no integración de los extranjeros deba hacerse más severa. Este punto de vista es imbecilidad pura. Cuando Volkert van der G., mató al cabecilla neo-nazi Pim Fortuyn, no se dijo que no estuviera integrado, ni se insultó o maltrató a los holandeses nativos.

Culpables Por Asociación Mágica
Un 30 por ciento de los encuestados considera culpable del asesinato a toda la comunidad musulmana. ¿Por qué? Porque el asesino es igualmente musulmán. Con esa lógica estúpida se puso haber considerado culpables del asesinato de Fortuyn a todos los holandeses con la misma talla de calzado que Volkert van der G., o a todos los holandeses con el apellido G., o con el nombre de pila Volkert, o a todos los que alguna vez asistieron a una escuela cristiana. O sea, a cualquiera con quien podamos asociar mágicamente al asesino. Una imbecilidad de cabo a rabo.
Luego, nada menos que sospechan que uno de cada tres musulmanes justifica en su fuero interno el asesinato. Otra joya de la memez. ¿Por qué no sospechar que son en realidad dos de cada tres los que justifican el asesinato? ¿O, por qué no, todos?
Para colmo de males, un 60 por ciento justifica las ilegalidades de la policía y prefiere que esta viole las propias leyes del país. Y, entonces, nos preguntaremos, ¿a qué sistema jurídico deben los extranjeros integrarse, si la población nativa decide suspender su funcionamiento? Si se le dice a un extranjero que no debe secuestrar a nadie ni torturarlo ni retenerlo contra su voluntad, ¿se le podrá decir al mismo que la policía o algunas otras gentes -los nativos- sí tienen derecho a secuestrarlo, torturarlo y encarcelarlo?
Un 90 por ciento se muestra dispuesto a abandonar sus derechos civiles -como libertad de prensa, de asociación, etc. Se justificará que se prohíba las publicaciones musulmanas, incluso las propias, si con eso se termina con los terroristas. Pero, si el ministerio de Cultura, por ejemplo, y si siguen con sus planes, clausura el museo del Corán, ¿en qué ayuda eso a la lucha anti-terrorista? Peor: la población justificaría que se cerraran las revistas que protestan contra la censura y la persecución de los periodistas y escritores, porque esas defensas de las libertades pueden ser consideradas como cómplices del terrorismo. La estupidez parece no tener límites. ¿Con qué parte del cuerpo piensan los nativos encuestados? ¿Con el ojete?

Regímenes Aparte O Apartheid
Luego dicen un 50 por ciento de los encuestados que los que apoyan puntos de vista discriminatorios no deberían tener derecho a la libertad de expresión. Esto es, al mismo tiempo que dicen -un 84 por ciento- que no quiere que los imanes digan que los maricas no sirven. Y un 40 por ciento defiende la libertad de expresión a ultranza. Curiosas estadísticas. Sin darle muchas vueltas, significan que los musulmanes y otros que se opongan al gobierno no deben tener libertad de expresión, y que los nativos holandeses sí deben conservar el derecho a decir lo que quieran, incluyendo el derecho a insultar.
Las respuestas estúpidas e incoherentes de esta muestra de población se decantan en una sola idea: para los musulmanes debe haber otras leyes, otras penas y otro sistema jurídico y de libertades limitadas que para los blancos holandeses. A los musulmanes y otros extranjeros no ha de permitírseles que digan lo que quieran, sólo nuestros chiquilines consentidos tienen derecho a hacerlo. A los musulmanes han de suspendérseles derechos tradicionales de las sociedades occidentales modernas, como el derecho a no ser secuestrado, a no ser torturado ni encarcelado por fuerzas del estado sin que haya acusación formal. A los musulmanes se les podrá negar el derecho de habeas corpus. A los musulmanes se les prohibirá que se reúnan, así sea para orar. En otras palabras, el apartheid, esa macabra institución que los holandeses instalaron en África del Sur para robar, explotar y maltratar a la población negra.
Ahora los negros caníbales son los musulmanes, y viven en casa.

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