Iraq Necesita Policías Y Derechos Humanos
Iraq necesita policías ahora, y los va a necesitar en el futuro, con o sin guerra. Las funciones de policía deben distinguirse más claramente de las de los soldados y fuerzas represivas. Los ciudadanos de Iraq tienen que vérselas, aparte bombardeos y bombas, con secuestros, robos, estafas, atracos, incendios provocados y no provocados, accidentes de carretera, riñas entre vecinos y callejeras y otras de las miles de situaciones que son habituales en las ciudades. Ahora, empero, apenas si pueden hacer otra cosa que defenderse a sí mismos. Iraq merece una policía profesional y la comunidad internacional debería dar una mano. Pero no es conveniente adiestrar a los agentes en el país mismo. Pueden ser adiestrados en otros países, y transportados por avión, que es lo único que los insurgentes no pueden atacar. Y deberían ser aislados, por un tiempo, físicamente del resto de la población, habilitando vecindarios protegidos.
Pero es indispensable que el adiestramiento sea policial al mismo tiempo que moral. He de procurarse que hagan suyo el respeto incondicional de los derechos humanos y de los de los detenidos. Ha de inculcárseles que ni los ciudadanos en general ni los detenidos en particular pueden ser maltratados ni torturados ni humillados. Ha de castigarse ejemplarmente a los agentes y oficiales que violen esos derechos. Los agentes deberán poder desobedecer legalmente órdenes que violen patentemente esos derechos; deberán poder oponerse a sus superiores en esos casos; deberán impedir la comisión de violaciones semejantes recurriendo si fuere necesario a la fuerza y neutralizar a los potenciales violadores, sin importar el rango del oficial. Ha de ser delito no denunciar esas violaciones. Debe de ser una policía que se imponga profesional y moralmente. Y ha de ser bien pagada y, sobre todo, bien cuidada.
Pero es indispensable que el adiestramiento sea policial al mismo tiempo que moral. He de procurarse que hagan suyo el respeto incondicional de los derechos humanos y de los de los detenidos. Ha de inculcárseles que ni los ciudadanos en general ni los detenidos en particular pueden ser maltratados ni torturados ni humillados. Ha de castigarse ejemplarmente a los agentes y oficiales que violen esos derechos. Los agentes deberán poder desobedecer legalmente órdenes que violen patentemente esos derechos; deberán poder oponerse a sus superiores en esos casos; deberán impedir la comisión de violaciones semejantes recurriendo si fuere necesario a la fuerza y neutralizar a los potenciales violadores, sin importar el rango del oficial. Ha de ser delito no denunciar esas violaciones. Debe de ser una policía que se imponga profesional y moralmente. Y ha de ser bien pagada y, sobre todo, bien cuidada.
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