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Qué Está Pasando en Los Ángeles


Municipalidad de Los Ángeles anuncia nueva ordenanza con un plan para la erradicación de perros de la calle.

Desde hace una semanas el diario La Tribuna viene informando sobre la mesa de trabajo para la "erradicación de perros vagos" que ha convocado la municipalidad de Los Ángeles con la participación de varias instancias políticas, profesionales y ciudadanas. Los planes que se exponen en la última edición de La Tribuna, son muy inquietantes. Empezando por el título y propósito del grupo de trabajo, que busca la "erradicación de perros vagos" y su "próximo retiro del centro de la ciudad."

En Los Ángeles el problema con los perros es, según la mesa de trabajo, la "proliferación de perros vagos", lo que redundaría en "mordeduras en la vía pública" y problemas con la "higiene y limpieza de la ciudad." Según algunos expertos, en Los Ángeles habría sobrepoblación de perros, los que serían abandonados por dueños irresponsables. La solución que proponen es iniciar una campaña de esterilización y castración y de educación de los vecinos en lo que usualmente las autoridades llaman "tenencia responsable". Los perros vagos serían retirados del centro de la ciudad. En lo esencial, estas son las conclusiones y planes de la mesa de trabajo. ¿Tienen algún sentido? Después de leer los informes publicados en La Tribuna, pareciera que las conclusiones ya habían sido formuladas antes de convocar siquiera a la mesa de trabajo, y que esta aparentemente sólo sirve para ratificarlas. La formulación misma del problema ("la proliferación de perros vagos") delata una visión torcida. En lo que sigue trataré punto por punto las conclusiones y fundamentos avanzados por la mesa de trabajo, y otros temas.

1. Sobrepoblación canina.
Es el punto de partida y principal argumento: hay demasiados perros. Sin embargo, no es evidente en los informes de prensa que este tema haya sido investigado. Más bien parece la impresión que se forman muchos cuando ven grandes concentraciones de perros en algunos puntos de la ciudad. Pero eso no significa que haya sobrepoblación, que es una ratio demográfica de perros y humanos que comparten un espacio. Determinada esa tasa, si se la llama sobrepoblación o no es en gran parte subjetivo. Es, de cualquier manera, un dato cultural. Que haya demasiados perros, según le pueda parecer a las autoridades o vecinos, en algún punto de la ciudad señala una concentración de cane, no su sobrepoblación. ¿Cuando se habla de esta se quiere decir que la hay en toda la ciudad? ¿La hay tanto en el centro como en los barrios suburbanos y zonas rurales? ¿O sólo nos referimos al barrio donde está alcaldía? ¿Y lo es realmente: vale decir, se ha medido esta tasa y se ha constatado en toda la ciudad un índice inusual -por ejemplo, diez perros por habitante? Si no es así, no se trata de sobrepoblación si no meramente de una alta concentración de canes en determinadas áreas. Según formules el problema, las medidas a tomar para solucionarlo son diferentes.

2. Ataques de perros y mordeduras.
No se cansa uno de repetir los resultados de numerosísimas investigaciones en Chile y en el extranjero. Una y otra vez vienen investigadores, estudiantes de medicina veterinaria, organizaciones animalistas, incluso las propias autoridades sanitarias insistiendo en que los perros de la calle son los menos peligrosos para los humanos. En realidad, más del noventa por ciento de los ataques caninos corren por cuenta de perros con dueño, muchos de los cuales utilizan a los perros como guardianes sin adiestrarlos por profesionales.
Es extendida la costumbre de usar perros para la custodia de parcelas, locales comerciales, fábricas y casas. Esos perros no adiestrados han llegado incluso a matar a humanos cuando creen que su territorio ha sido invadido. Estos son los perros peligrosos.
Sin embargo, no hay ninguna ordenanza que obligue a los dueños de perros con esas funciones a dejar el adiestramiento en manos de profesionales, de modo tal que retengan firmemente a los intrusos o despistados sin provocarles lesiones que podrían ser fatales. Esta modificación de conducta podría además convertirse en una especialización de la carrera de medicina veterinaria. Esta especialización puede incluir muchas otras intervenciones en conductas caninas.
Si la municipalidad tuviese realmente la intención de reducir los ataques caninos, sólo bastaría con obligar a los dueños de perros a contratar a profesionales para adiestrarlos.
De cualquier modo, en la mesa de trabajo, aparentemente, no se realizaron investigaciones que hayan sido mencionadas, ni se entregan detalles sobre los tipos de mordedura, ni la frecuencia, ni el lugar, ni las razas de los perros implicados, ni la gravedad de las heridas, ni las circunstancias de los ataques, ni las fuentes de esos datos (partes policiales, partes médicos). Sin estos y otros datos, no se puede enfatizar el peligro que representarían los perros en situación de calle. Tampoco se puede saber si en los casos de ataques se trató de jaurías, de perros en celo, de perros de razas llamadas potencialmente peligrosas o de circunstancias en las que los propios humanos son culpables -cuando agreden a los perros, pateándolos y golpeándolos sin motivo alguno. Si no se saben estas cosas, formular una solución es derechamente imposible.

3. Problemas con la higiene y limpieza.
Francamente, no se entiende la preocupación por este problema. Desde hace décadas que los perros no representan ningún peligro para la salud pública ni son plaga. En Viña del Mar los barrenderos recorren las calles céntricas cada tres o cuatro horas. Si molesta a algunos pisar de repente feces de perro, lo que se ha de hacer es simplemente contratar a más barrenderos y procurar que los dueños recojan las feces de sus perros. Daría empleo a gente que probablemente lo necesita y tendría una ciudad, o al menos su centro, permanentemente limpio. Hay muchas otras soluciones, como colocar la basura en estructuras alejadas del suelo, o en contenedores antivuelco. Realmente, este es un argumento terriblemente pequeño. Causan más problemas de higiene y limpieza los borrachos que los perros, y muere más gente y son agredidas más personas por borrachos que por perros. (Y, dicho sea de paso, los perros son vitales para la seguridad de las personas en los vecindarios que cuentan con perros comunitarios, que cuidan las casas y controlan y señalan la presencia de extraños en la noche. Estos perros comunitarios, nocheros, debiesen ser igualmente adiestrados para que la defensa del vecindario no resulte en lesiones fatales para los transeúntes.)

4. Perros abandonados.
En la mesa de trabajo se da por sentado que los perros en situación de calle son perros abandonados, pero no se dice cómo llegó la mesa a esa conclusión. En Estados Unidos y en Inglaterra, y muy probablemente en Chile, investigaciones recientes han demostrado que la mayoría de los perros en la calle son perros extraviados. La solución debería ser, pues, facilitar la reunificación familiar de mascotas perdidas y familias humanas, creando por ejemplo una página web por comuna y región a la que los vecinos puedan subir los datos sobre sus perros perdidos que permita potenciar la creación de redes de voluntarios buscaperros. (Existen proyectos de este tipo en Estados Unidos y Holanda. Los voluntarios se inscriben y reciben alertas cuando un perro se pierde en su sector.) También se puede solicitar la colaboración de la televisión y prensa online y escrita para colocar fotos de perros extraviados.
El énfasis en que los perros son abandonados, sin investigación alguna, es una proposición ideológica insostenible que hace responsable de la presencia de perros en la calle a presuntos dueños irresponsables cuyo único propósito imaginable es el de justificar medidas punitivas tanto contra esos dueños no identificados como contra los perros que habrían abandonado. A esos perros se los solía matar para dejar claro que el resto de los ciudadanos, o las autoridades, no se harían cargo de los costes de la irresponsabilidad de algunos. Sacrificar a esos perros es considerado por algunas autoridades y vecinos como un castigo merecido para el dueño irresponsable, y una manera de terminar con el problema que plantea la adopción del chucho abandonado. La ruindad de la argumentación no necesita mayor demostración.
Pero lo que necesitan los perros abandonados y perdidos no es que se los maltrate todavía más, sino que se les ayude a reencontrarse con sus familias humanas o, si eso ya no fuera posible, buscarles una familia que los adopte. No debe olvidarse tampoco que los perros perdidos viven la misma ansiedad y angustia que los humanos que los extraviaron y que no se contribuye a la integridad psíquica, ni de perros ni de humanos tratando a los perros como si fuesen un estorbo del que es mejor deshacerse.

5. Adopción.
Es un concepto que no aparece en los informes de prensa sobre la mesa de trabajo. Sin embargo, es la única solución a corto y mediano plazo para los perros que se encuentran en la calle hoy. Aparte de la campaña de educación en tenencia responsable, en la ciudad deberían iniciarse campañas de adopción. Con campañas bien montadas y bien intencionadas (cuando se trata de buscar una familia humana genuinamente y no de deshacerse de un cacho), los resultados pueden ser impresionantes. El Centro de Rescate Canino de Ñuñoa, que es de la municipalidad de esa comuna y trabaja con voluntarios, desde que se fundó en octubre de 2009, ha recogido cerca de mil perros y encontrado familias adoptivas a 800 de ellos: un promedio de 38 canes por mes. Estas son las experiencias de las que debemos aprender. Si no se cuenta con profesionales o personas con experiencia que puedan implementar un plan semejante, nada cuesta comunicarse y pedir ayuda.

6. Tenencia responsable.
Este es un concepto que se esgrime a menudo para justificar medidas agresivas contra perros y humanos por igual. La mesa de trabajo de Los Ángeles promete hacer lo mismo. La nueva ordenanza "incluirá fuertes sanciones para aquellos dueños de mascotas que no cumplan con lo prescrito por ese cuerpo legal", que incluirá probablemente sanciones para los dueños irresponsables. Sin embargo, no se dice una palabra sobre las razones de las conductas que calificamos como tenencia irresponsable. En los casos de abandono, no se han investigado sus causas.
En las encuestas, muchos entrevistados en Chile dicen que no abandonarían nunca a su mascota. Si fuera así, muchos perros no son abandonados, sino perdidos. Pero cuando se los abandona, muchos lo hacen por miedo a enfermedades o síntomas que no conocen o por falta de recursos o por aislamiento o por desconocer que una mala conducta canina (comerse las plantas, mordisquear los muebles, defecar dentro de casa) puede ser fácilmente modificada con la ayuda de un profesional. También habrá, obviamente, gente ruin que los abandonan cuando se van de vacaciones y el perro estorba. Pero tendremos que vivir con ello, porque la ruindad humana no se puede predecir ni podemos terminar con ella.
La tenencia responsable no puede limitarse a sugerencias para que tú o tus perros no hagan cosas que le caen mal al alcalde, obviamente. No se puede limitar a las advertencias habituales: no dejar que el perro salga solo a la calle, recoger las fecas si tu perro llega a evacuar en espacios públicos, sacarlo siempre con correa, esterilizar a tus perros, etc. Pero la tenencia responsable también se puede fomentar facilitando terrenos donde sea posible que perros y humanos puedan relacionarse de otro modo: habilitando zonas específicas para perros acompañados en parques y playas, por ejemplo; instalando más obstáculos para el tráfico vehicular en las calles, de modo que las mascotas, y los niños, corran menos peligro a manos de borrachos y conductores imprudentes. En los proyectos urbanísticos también se debe tomar en cuenta que los humanos vivimos con perros.

7. Seguro médico veterinario.
Si las familias o personas con perros tuviesen acceso a servicios médico-veterinarios gratuitos, probablemente habría menos perros enfermos y menos perros abandonados. Las municipalidades deberían fomentar la creación, o crear ellas mismas estos servicios médicos para ayudar a la gente de pocos recursos. Sería todavía mejor si las mascotas fuesen incluidas en la libreta de familia. Así se podría trazarlas en todo momento y tener un registro al día de los perros en la ciudad. Imagino que muchos creerán que estos servicios (el Fonasa para mascotas) pueden ser impagables. Sin embargo, se puede recurrir a las universidades que incluyen medicina veterinaria para que sus estudiantes hagan sus prácticas en ese servicio municipal. Con buena voluntad todo es posible. Recuérdese que un seguro médico canino redundará a largo plazo en menos perros en la calle, menos perros enfermos, menos familias angustiadas y más perros felices y sanos.

8. Retiro de perros del centro de la ciudad.
No se dice en ningún lugar adónde los van a llevar: ¿a un canil? ¿A hogares adoptivos temporales? Pero si los llevan a un canil (del que no se sabe nada) sin tener un programa de adopción, ¿qué se supone que van a hacer con ellos? ¿Encerrarlos y esperar que mueran? ¿Matarlos? Si se quiere retirar a todos los perros de la calle de una vez, se hará evidente que los autores de este plan tienen malas intenciones. ¿Piensan encerrarlos a todos en un canil, sanos y enfermos por igual, y sin planes de adopción? Si las autoridades usan el canil como botadero (muchos políticos sin corazón lo hacen o harían), en poco tiempo los perros se hacinarán y el canil será inmanejable (por ejemplo, aumentarán las muertes por peleas de perros, aumentarán los contagios si autoridades y vecinos empiezan a botar ahí a perros enfermos). Entonces aparecerá algún genio cavernícola que dirá que la única solución es matarlos. Quizá todo el plan está diseñado para llegar a esa situación y poder justificar los asesinatos. No tiene sentido retirar todos los perros a la vez. Si se es serio, es mejor hacerlo de a poco, a medida que se vayan encontrando hogares adoptivos. Tampoco debe ser una medida ideológica del tipo: "No debe haber ni un solo perro en las calles." Eso delataría el modo de pensar de un fanático. Los perros tienen tanto derecho a la calle como nosotros. Si se los retira de la calle es para evitarles sufrimientos y peligros y para insertarlos en una familia humana, y no para que los coches puedan pasar a toda velocidad.

9. Caniles y hogares adoptivos.
La mesa de trabajo no menciona los caniles y por tanto no sabemos dónde se ubicará a los perros que van a ser retirados. En sí mismo, un canil no tiene por qué ser una mala idea si la intención es que la estadía del can ahí sea breve y tenga por fin su adopción en una familia humana y, las condiciones, buenas. Una alternativa al canil es la adopción temporal en una familia. Sin embargo, si se trata de un canil, deberá ser este pequeño, porque de otro modo se transforma en inmanejable.
Por eso es mejor tener muchos caniles pequeños, familiares, que un solo canil grande. Una alternativa integrar a voluntarios a estos planes. Entre las ventajas del voluntariado se incluyen que se ahorra en salarios y otros costes asociados que muchas municipalidades no pueden pagar, la disponibilidad de los voluntarios y su genuino afecto por los chuchos. Los voluntarios (viejas locas, dicen algunos) pueden colaborar en las campañas de adopción e incluso convertirse en pequeños caniles familiares (de unos seis a diez perros). Muchos voluntarios aceptarían ocuparse de más perros de los que tienen si contaran con apoyo en lo que se refiere a los cuidados médicos y vacunas. En la calle misma, son las viejas locas las que suelen ocuparse de la alimentación y salud y esterilización de los perros de la calle. En los informes de la mesa de trabajo no se las menciona ni es aparente que hayan sido invitadas a formar parte del proyecto, aunque son la parte más importante de la solución.

10. Reinserción social ni adiestramiento profesional.
Muchos perros recogidos aumentarían sus posibilidades de ser adoptados si se les educase. Muchos perros podrían convertirse en perros de terapia y ser integrados en hospitales y residencias de ancianos y otras instituciones. Pueden aprender otras habilidades, como rastrear para bomberos en labores de rescate. Al mismo tiempo, la municipalidad misma podría ofrecer sus servicios para adiestrar a perros o modificar sus conductas. Estos servicios, realizados por nuevas especializaciones veterinarias, podrían ayudar a los dueños de perros a solucionar sus problemas con sus mascotas. Perros adiestrados adecuadamente podrían igualmente colaborar en la búsqueda de perros extraviados.
Es siempre aconsejable, de todos modos, que las personas que adopten perros sean asesoradas por especialistas en conducta canina (etólogos), para que puedan conocer más profundamente a sus perros y sus conflictos de conducta no terminen en el maltrato o el abandono. Estos especialistas también podrían adiestrar a perros con funciones de guardia para que la defensa del territorio se limite a retenciones no letales. Aunque su uso lo cuestionan muchos, investigaciones recientes muestran que prácticamente la mitad de las familias con perros, los adoptan o compran con ese fin. Estos servicios podrían ser pagados, cuidando igualmente que las familias de menos recursos puedan acceder a ellos.

11. Compraventa de perros.
Para facilitar la adopción de perros en situación de calle y porque la crianza de perros para su venta es una práctica que carece de toda ética, la municipalidad debería restringir severamente o prohibir la crianza comercial de perros y gatos. Por la misma razón, las campañas comerciales que suelen realizar algunas grandes tiendas, en las que regalan cachorros de raza si compras más de cierto monto, deberían ser estrictamente prohibidas. Poco avanzaremos en crear un nuevo tipo de relación con las mascotas si educamos a nuestros hijos en una sociedad que trata la vida como si fuese una mercancía y que, como mercancía, es igualmente desechable. Al menos, si la prohibición no fuese aceptada por razones de voluntad política, la compraventa debería limitarse severamente para que la campaña paralela de adopción tenga más posibilidades de éxito.

12. Nueva ordenanza.
La ordenanza que anuncia la mesa de trabajo suena terriblemente amenazadora. Es de esperar que no incluya prohibiciones absurdas e inhumanas, como hacen algunas municipalidades que, por ejemplo, castigan que un vecino alimente a perros en la calle o que construya casetas para ellos para que sobrevivan los rigores del clima. Estas prohibiciones son simplemente insensatas. También son inhumanas. Y también son ilegales. Los católicos (pero creo que esto es válido también para los cristianos en general, los musulmanes, los hindúes y otros credos) construyen su identidad religiosa sobre la base de la piedad, que es el único camino de su redención. Prohibirles ejercer esa piedad, que es considerada un don divino, sería lo mismo que prohibirles el culto de su religión, que es un derecho garantizado por la Constitución.
Pero, además, una prohibición semejante atentaría igualmente contra otro derecho constitucional, que es el derecho a la integridad psíquica. No puede ninguna autoridad obligar a un ciudadano a hacer algo, o dejar de hacer algo que es esencial para su integridad moral o psíquica. No puede una autoridad obligarnos, por ejemplo, a no dar limosna, ni a no ayudar a un ciego a cruzar la calle. Ni tampoco obligarnos a dejar morir de hambre a un perro en la calle. Si lo intentan, los vecinos deben recurrir a un abogado y querellarse contra las autoridades por violar estos derechos constitucionales. Los ciudadanos deben insistir ante las autoridades para que la nueva ordenanza no incluya disposiciones punitivas que redundan en mayores sufrimientos para mascotas y humanos por igual.

13. Iglesias.
Las iglesias pueden ayudarnos en la solución de algunos problemas más urgentes. En Estados Unidos en 2007 se celebró una reunión de unas veinte congregaciones (musulmanes, católicos, judíos, hindúes, budistas, etc.) que decidieron implicarse en la defensa de la vida animal y se comprometieron a difundir entre sus fieles el respeto por los animales, pidiéndoles terminar o reducir el consumo de carne. Los católicos se comprometieron a dedicar varios sermones dominicales a esta causa, y también que recordaran el principio fundamental del catolicismo, que es la piedad. Todos los creyentes debiesen esforzarse por incluir a sus iglesias en estas campañas de respeto por la vida animal, llamando a la gente, entre otras cosas, a adoptar perros en situación de calle como un ejercicio legítimo de la piedad.

14. Voluntarios.
Si nos sentáramos a esperar que las municipalidades tengan todas los recursos suficientes para solucionar todos los problemas que tiene la sociedad con sus mascotas, nos convertiríamos en estatuas de piedra. Pero en todas partes hay personas dispuestas a ayudar. A esos voluntarios hay que saber llegar. Siempre se necesitan personas para las campañas de adopción, para dar charlas en escuelas y juntas de vecinos, para acompañar y cuidar a los perros si se encuentran en algún canil, etc. El mejor ejemplo de voluntarios son las que llamamos viejas locas. Son las personas, hombres y mujeres, que salen todos los días a la calle a alimentar a las mascotas perdidas y abandonadas, que a veces las adoptan, que las llevan al veterinario cuando enferman, que las curan de la sarna, etc. Estos voluntarios, más otros que se puedan reclutar en escuelas y residencias, debiesen organizarse en redes, para que puedan ayudarse mutuamente y enfrentar juntos las dificultades. Las municipalidades avanzarían mucho en la solución de sus problemas con los perros si abandonaran las prácticas ilegales para su erradicación. Muchos voluntarios se acercarían entonces a las autoridades para buscar juntos hogares adoptivos para los chuchos en situación de calle.
El énfasis en reclutar voluntarios preferentemente en escuelas y en residencias u otros lugares de reunión de personas de la tercera edad se debe a dos motivos: la población chilena envejece rápidamente, lo que quiere decir que hay cada vez más jubilados con tiempo libre a los que podemos aproximar. El reclutamiento entre niños conviene para modificar, en el largo plazo, nuestra relación con los animales. Los niños, por otra parte, también tienen más tiempo y son más receptivos de la causa animalista.

15. Se suele interpretar manera arbitraria el último dictamen de Contraloría.
Muchas autoridades interpretan de manera torcida el último dictamen de Contraloría, pretendiendo que las autoriza para sacrificar a perros de la calle. Esto es enteramente falso. En Chile matar a un perro sano sigue siendo un delito. La jurisprudencia sólo admite el sacrificio de perros con rabia. En el último dictamen de Contraloría se determina que el único motivo para aplicar la eutanasia a un perro es que sufra de una enfermedad irrecuperable o que esté gravemente herido. Las municipalidades no están autorizadas para aplicar eutanasia a perros de la calle ni sanos ni enfermos, excepto en los casos mencionados.1
Tampoco pueden las autoridades aceptar la llamada entrega voluntaria, que sigue siendo ilegal. La razón fundamental es que nadie puede probar la propiedad del perro entregado de esta manera, porque como no existe un registro canino, no se puede determinar quién es el propietario. Muchas veces las personas sustraen al perro del vecino y lo entregan para matarlo como si fuera suyo, aduciendo que está enfermo (antes los vecinos no tenían ni siquiera que explicar por qué los querían matar). En 2008 se descubrió que la municipalidad de Viña del Mar tenía personas que recogían a perros de la calle y los llevaban a la clínica veterinaria para matarlos diciendo que eran suyos. Esto está prohibido y es un delito. Ciertamente las autoridades no pueden fomentar la comisión de delitos ni aceptar por ello entregas voluntarias de perros que sus entregadores no tienen modo de demostrar que son sus dueños.

16. Comisión ética.
Pero como el dictamen no incluye ninguna fiscalización, algunos alcaldes, como el San Antonio y otras comunas, según han denunciado organizaciones y vecinos animalistas, obligan a los funcionarios veterinarios a falsificar los informes y declarar a perros sanos como si fuesen perros con enfermedades terminales para justificar su sacrificio o definen de manera arbitraria y sin control alguno lo que llaman focos de enfermedades. Una manera de evitar estos abusos sería simplemente que se formase una comisión ética formada por el veterinario municipal y un ciudadano animalista que, respetando el espíritu de la ley, velase por los derechos animales y por la aplicación correcta de la legislación existente. Eso es lo que debería hacer un alcalde si quiere demostrar buena fe, mientras esperamos que algún senador o diputado aliado de la causa animalista presente un proyecto de ley a este efecto.

17. Veamos los problemas como oportunidades.
Muchas autoridades ven en los perros solamente problemas. Pero una política bien llevada puede convertir a los perros en una fuente de inspiración para nuevas iniciativas a todo nivel. En los barrios, se puede fomentar la formación de grupos de vecinas para que hagan ropa para perros de formatos y diseños originales que puedan acceder al mercado. Con algo de ayuda municipal, pueden surgir nuevas iniciativas que se inscriban en el plan de reformular nuestra relación con las mascotas y mejorarla, reinventando su lugar en nuestra cultura. Se puede fomentar la formación de pequeñas fábricas de galletas u otros productos para mascotas que eludan los elevados precios de las marcas comerciales. La municipalidad también puede ayudar a pequeñas empresas familiares o vecinales que se dediquen a la fabricación de ataúdes para mascotas, o incluso iniciar cementerios para mascotas, que permitiría que tratemos a nuestras mascotas con la dignidad que merecen los miembros de nuestras familias. Evitaríamos el dolor a tantas personas que se ven obligadas por las circunstancias o por la falta de instalaciones a brindar a sus mascotas un final indigno. Un cementerio municipal en Los Ángeles ciertamente atraería a vecinos de muchas otras ciudades cercanas.

Por todo esto, animalistas de Los Ángeles, atención. Este plan huele mal. Y depende de todos nosotros que nuestros amigos no terminen en cautiverio indefinido sin esperanza de volver a vivir en una familia humana.

Nota
1
Cito del dictamen 069752N10 del 19 de noviembre de 2010, firmado por el contralor Ricardo Mendoza Zúñiga:

"Al respecto, cabe indicar que conforme lo dispone el artículo 1° de la ley N° 20.380, sobre protección de animales, sus normas están destinadas a conocer, proteger y respetar a los animales, como seres vivos y parte de la naturaleza, con el fin de darles un trato adecuado y evitarles sufrimientos innecesarios.
"Por su parte, el artículo 11 de la misma ley, agrega que en el beneficio y sacrificio de animales deberán emplearse métodos racionales tendientes a evitarles sufrimientos innecesarios.
"En tales condiciones, frente a casos específicos de canes enfermos o gravemente heridos, cuya vida no es viable desde el punto de vista clínico, y que de provocarse su muerte se le evitarán sufrimientos innecesarios, resulta procedente que la autoridad municipal disponga la adopción de las medidas adecuadas."

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